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Por Daniel Olivares Villagòmez.

  • Globalizaciòn frente a particularismos.

Desde que las sociedades del mundo se fueron poniendo en contacto unas con otras gracias a los descubrimientos geográficos y al desarrollo de los medios de transporte y comunicación, se ha venido dando un encuentro que en ocasiones llega a ser desgraciadamente encontronazo, entre el fenómeno de la globalización y los esfuerzos por mantener las identidades que particularizan y hacen diferentes a las distintas sociedades.

Es indudable que poder estar más y mejor comunicados representa una oportunidad de conocimiento mutuo y por ende de entendimiento; sin embargo, cuando el embate de los medios por intereses económicos, políticos o de dominación se constituyen en arrasador de las particularidades de cada país, región o sociedad, todos salimos perdiendo, pues la comunidad planetaria va estandarizándose implacablemente y haciendo desaparecer usos, costumbres, tradiciones cosmovisiones y formas de ver el mundo que son muy valiosas y que determinan la diversidad cultural de la sociedad humana.

Cuando esto se hace mediante la manipulación, sobre todo de la juventud, que por definición tiene poca experiencia y es propensa a caer fácilmente en el juego de los que dominan las denominadas redes sociales y los medios de comunicación, se corre el riesgo de que las nuevas generaciones tiendan a homogenizar sus preferencias, gustos y consumo, con lo que llegan incluso a perder la capacidad de comprender, disfrutar y apreciar lo propio. Si a esto se suma la perniciosa tendencia de las nuevas generaciones a sustituir el diálogo y la convivencia autèntica y personal, por la virtual a través de un dispositivo electrónico, no podemos mas que reconocer el que esas nuevas generaciones corren el riesgo de autonegar su patrimonio cultural en busca del reconocimiento inmediato del “like” masivo, inducido y muchas veces manipulado en razón de intereses que buscan estandarizar a los consumidores en lo que le conviene a los grandes decisores transnacionales.

Nos enfrentamos a una reconversión del sistema de dominación para que la juventud reniegue de su propio bagage cultural en favor de lo que le impone mayoritariamente el “consenso” de las redes sociales, que imponen lo “políticamente correcto” a través de la implacable incultura de la “cancelación”, que no es otra cosa que una nueva versión, más fulminante e instantànea, de la inquisición.

Así las cosas, la cultura mexicana está en riesgo de ser desnaturalizada y diluìda en aras de la “corrección” impuesta interesadamente por el gran capital global que buscan desaparecer las diferencias en los modos de pensar y de vivir: Estamos ante una verdadera agresión cultural en la que modos de vida milenarios son atacados y “cancelados” con la inmediatez y la irreflexión que conlleva un click.

Para el turismo esto es muy relevante, pues la razón misma del viaje es precisamente experimentar la diferencia, por lo que debe inculcarse en la juventud el amor por lo propio y ayudarles a reflexionar en el hecho de que la incultura de la “cancelación” que ha venido generando lo que ya se llama “generación de cristal”, que lo mismo “cancela” cinematografìa nacional que al pobre “Pepe Le Pew”, no es otra cosa que un intento del capitalismo por eliminar a los globalifóbicos y convertirlos en globaliñoños, que se sienten “vanguardistas” por seguir a pie juntillas lo que dictan los magnates, pero que son incapaces de darse cuenta de la manipulaciòn de la que son objeto.  

         


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