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Por Daniel Olivares Villagómez.                                

  • Monopolios en el turismo: Los Ferrys.

La actividad económica en general y turística en particular, funcionan casi siempre mejor cuando sus estructuras de mercado tienden a favorecer la libre competencia, en un marco en que oferentes y demandantes interactúan para llevar a cabo transacciones justas que promueven el crecimiento.

 

Lamentablemente, en más ocasiones de lo que sería deseable, se presentan estructuras de mercado oligopólicas (unos cuantos oferentes para muchos demandantes) o francamente monopólicas, (un solo oferente para todos los demandantes). Aunque los gobiernos anteriores en México, de tendencia mal llamada “neoliberal”, usaron durante 35 años en su propaganda loas al libre mercado, en realidad sus políticas estuvieron encaminadas a la formación de estructuras de mercado monopólicas en muchos sectores económicos, favoreciendo a determinados allegados que se llevaron la parte del león en los grandes procesos privatizadores que se realizaron en detrimento de los intereses nacionales.

Muchas empresas turísticas, trabajadores, comunidades receptoras y visitantes sufren todos los días a voraces monopolistas que controlan eslabones de la cadena turística y que se convierten en muchos casos en obstáculos para un mayor crecimiento de la actividad.

En primer plano puede nombrarse a gran parte de los operadores de carreteras concesionadas, que llevan ya tres décadas de cobrar cada vez más onerosas cantidades por muy mediocres tramos pésimamente mantenidos. Se ha mencionado que esas concesiones serán revisadas, ojalá se haga, y sería muy deseable que también se analizara el desempeño de las líneas de autobuses que sólo en muy pocas rutas compiten con otras, condenando a sus clientes cautivos de extensísimas zonas y regiones del país a precios exorbitantes.

Ya se ha hablado en este espacio de los grupos aeroportuarios y su voracidad en el cobro de la TUA. En el mismo nivel de voracidad está el monopolio de ferrys que comunican las islas del Caribe Mexicano con tierra firme: Compárese lo que cuesta, por ejemplo, un boleto de avión de aerolíneas de bajo costo de Volaris o Viva Aerobus, que a pesar de tener erogaciones muy considerables, están ofreciendo vuelos que cubren la distancia de 1284 Km desde la Ciudad de México a Cancún por $209, $14 o hasta a $1. Pero si el viajero quisiera, una vez estando en la zona hotelera de Cancún, visitar Isla Mujeres, tendría que pagar 15 dólares (indebida y presuntamente de forma ilegal se cobra en divisa estadounidense) que al tipo de cambio imperante son ¡315 pesos! por una distancia de apenas 15 kilómetros aproximadamente.

Como puede verse, la desproporción es inaudita, sobre todo si se considera que la flota del monopolio naviero incluye embarcaciones de 150, 250, 450 y hasta 800 asientos, con lo que los costos por pasajero son bastante bajos, comparados con los apenas 186 asientos del modelo estándar de avión Airbus A220 con los que prorratean sus elevados costos las líneas aéreas, que desde luego enfrentan mucho mayores dificultades para llenar sus aeronaves y retos técnicos seguramente mayores.

Recientemente la Comisión Federal de Competencia Económica (COFECE) concluyó preliminarmente que existe, por parte de la naviera, la capacidad para fijar tarifas, sin que otro competidor pueda contrarrestar dicho poder, por lo que la autoridad reguladora del sector podría establecer las bases de regulación tarifaria en el servicio.

Ojalá.

      

     


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