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PorHéctor Pérez García

Se me ocurre que en este país de celebraciones deberíamos celebrar el día dedicado al turismo de manera diferente. Se me ocurre también que una buena manera de celebrarlo sería atendiendo las recomendaciones de la OMT, , organismo dependiente de las Naciones Unidas al cual México está adherido en calidad de Estado Miembro.


Como es sabido,  ninguna actividad humana en la que estén incluidos intereses mercantiles; es decir, en donde haya competencia, podría funcionar ausente de conflictos, sin un marco regulatorio, sin “Reglas de juego claras”, sea éste de índole legal, moral o social. La actividad turística no escapa a este criterio y para ello, la Organización Mundial del Turismo, emitió una resolución en 21 de diciembre del 2001 con el consenso de los países miembros; El CODIGO DE ETICA EN EL TURISMO.
Es posible que en este aspecto ningún sector del turismo se haya visto más afectado que las agencias de viaje, antaño imprescindibles para los viajeros y para los prestadores de servicios turísticos y ahora empujados a un lado, no solo por las líneas aéreas sino también por muchos hoteleros que les escatiman el pago de comisiones.
Aún cuando los enunciados en el CET sean de carácter general, no se mencionan específicamente las  modalidades del turismo: Aerolíneas de bajo costo, Tiempo Compartido, Todo Incluido,  comercialización por la Internet,  etc. Dado que se trata de normas con carácter de recomendación y no son obligatorias legalmente, cada país miembro de la organización puede y debería incorporarlas a su legislación, como de hecho sucede en muchos países.   
En México, un país que no se distingue en el ámbito internacional por su apego a la ética en el turismo, existe terreno fértil para que el gobierno, los legisladores, los organismos empresariales turísticos y la sociedad misma, impulsemos juntos una cultura de respeto, consideración, equidad y responsabilidad social, en nuestras actividades en el sector turismo, es decir; la ética en el turismo.
El Día Mundial del Turismo (DMT) se celebra cada año el 27 de septiembre. Su propósito es profundizar en la sensibilización de la comunidad internacional respecto a la importancia del turismo y su valor social, cultural, político y económico. El evento intenta contribuir a afrontar los retos mundiales señalados en los Objetivos de Desarrollo de las Naciones Unidas para el Milenio (ODM) e incidir en la contribución que puede aportar el sector turístico para alcanzar estos objetivos.
En cuanto al Código ético en el turismo, en el mismo  se señalan las "reglas del juego" para los destinos, los gobiernos, los tour operadores, los promotores, los agentes de viajes, los empleados y los propios viajeros. En él se refiere a la solución de litigios y es el que, por primera vez, dota de un mecanismo de aplicación a un código de ese tipo.  
Los enunciados en el documento normativo no comprenden, como es de suponerse, la solución a litigios que surgen en muchas localidades del mundo que viven bajo condiciones culturales diversas, como es el caso de nuestro país. Si nos atenemos  al enunciado en el artículo 5 del Código donde se establece lo siguiente:
“1. Las poblaciones y comunidades locales se asociarán a las actividades turísticas y tendrán una participación equitativa en los beneficios económicos, sociales y culturales que reporten, especialmente en la creación directa e indirecta de empleo a que den lugar.
2. Las políticas turísticas se organizarán de modo que contribuyan a mejorar el nivel de vida de la población de las regiones visitadas y respondan a sus necesidades. La concepción urbanística y  arquitectónica y el modo de explotación de las estaciones y de los medios de alojamiento turístico tenderán a su óptima integración en el tejido económico y social local. En igualdad de competencia, se dará prioridad a la contratación de personal local.
3. Se prestará particular atención a los problemas específicos de las zonas litorales. Las empresas multinacionales del sector turístico, factor insustituible de solidaridad en el desarrollo y de dinamismo en los intercambios internacionales, no abusarán de la posición dominante que puedan ocupar. Evitarán convertirse en transmisoras de modelos culturales y sociales que se impongan artificialmente a las comunidades receptoras. A cambio de la libertad de inversión y operación comercial que se les debe reconocer plenamente, habrán de
Comprometerse con el desarrollo local evitando que una repatriación excesiva de sus beneficios o la inducción de importaciones puedan reducir la contribución que aporten a las economías en las que estén implantadas”.
Bastaría revisar la pràctica de la hotelería nacional, en los centros turísticos de playa, , donde el modelo del hospedaje obligado es el Todo Incluido, que incluye alimentos, bebidas, diversiones y actividades que antaño se encontraban fuera de los establecimientos.
Modelo turístico que se ha convertido en una competencia desleal e inequitativa para pequeños empresarios locales; restaurantes, bares, tiendas de “souvenirs” y hasta taxistas, pues el hotel se convierte en claustro que retiene al huésped y sus recursos, mismos que en igualdad de circunstancias deberían derramarse en las comunidades receptoras.  
Otro ejemplo de “equidad forzada” es la que se aplica en algunos destinos de nuestro país, ante la pasividad de las autoridades: la protección ilegitima a taxistas frente a las empresas transportadoras de turistas que obligan a los visitantes a descender de los autobuses para que aborden taxis individuales, convirtiendo una acción intimidatoria en agresión al turismo, mismo que supuestamente debemos proteger.
Otro aspecto de falta de ética en la práctica turística es la “Guerra de tarifas”, ocasionada en su esencia por la falta de visitantes, pero que incentivan muchos hoteleros hispanos en nuestro país. Esta práctica es castigada en otros países, tal es el caso de los Estados Unidos, donde el director de un hotel que participe en un acuerdo ilegal para fijar tarifas puede terminar en prisión.
Hemos cuestionado en muchas ocasiones el modelo turístico de México. Un análisis de la ¿calidad? De vida de la mayoría de la población que habita en los centros turísticos receptores del país; que como escribió un agudo observador: “Nuestros centros turísticos son emporios artificiales rodeados de infiernos reales”
Para terminar estas reflexiones deberíamos preguntarnos hasta que punto nuestro modelo turístico cumple con el precepto incluido en el artículo 4 del Código de Ética en el Turismo:
1. Los recursos turísticos pertenecen al patrimonio común de la humanidad. Las comunidades en cuyo territorio se encuentran tienen con respecto a ellos derechos y obligaciones particulares.
2. Las políticas y actividades turísticas se llevarán a cabo con respeto a las generaciones presentes y futuras”.
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