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De Guarderías y Casinos Quemados

Por supuesto que toda situación en que seres humanos pierden la vida es de lamentarse, pero no hay duda de que hay situaciones que no únicamente causan consternación, sino que por su dramatismo o crueldad dejan una huella más profunda que otras.
Recientemente ocurrió lo que desgraciadamente muchos temíamos, que en uno de los casinos aprobados al vapor en los últimos dos sexenios, alguién decidiera llevar a cabo un acto que afectara la vida de personas que se vieran atrapadas en medio de una batalla, no terrorista, pero sí gangsteril.

El presidente Calderón, cuya línea gubernamental era hasta hace poco negar la existencia de actos terroristas en México, dijo que ese atentado era un acto terrorista e incluso declaró tres días de duelo nacional.
La quema del casino es un acto terrorífico, pero no es un acto terrorista.
En otras palabras, no es un atentado por razones políticas, ideológicas o religiosas... fue un burdo acto de las mafias que en los últimos años, ante la apertura ocasionada por la legalización de los casinos, se han apoderado de la forma de diversión de cada vez más mexicanos.
Como mencionamos líneas arriba: la quema del casino se debe no a un acto terrorista, sino a un burdo acto gangsteril, como aquellos que abundaban en la época de Al Capone y que reflejan que en nuestro país, en algunas áreas, sí llevamos como un siglo de atraso.
Por otro lado, el declarar duelo nacional por un acto gangsteril y no haberlo hecho cuando 49 pequeñitos entre cinco meses y cinco años de edad murieron y 76 quedaron heridos en el incendio de una guardería en Hermosillo, Sonora, parecería indicar que para el gobierno federal los actos de comisión gangsteril son más graves que los actos de omisión gubernamental... aunque las consecuencias sean igual de devastadoras o aún más cuando se trata de seres que apenas comenzaban sus vidas.
Al final de cuentas, ambos actos son inconcebibles, incomprensibles e imperdonables... y aunque le incomode al gobierno, tienen su raíz en la misma causa: el amor al dinero.
Tanto el casino como la guardería carecían de los elementos de seguridad indispensables y básicos: materiales no tóxicos, aspersores de agua, salidas de emergencia funcionales... al final de cuentas, la corrupción y la codicia de ganancias deshonestas terminan provocando consecuencias catastróficas, se deban éstas a hampones o a políticos deshonestos.


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