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• El rescate de lo auténtico y de las distintas naciones que conforman México.

En México existen diversos grupos étnicos con enormes diferencias entre sí, este hecho a menudo ha tratado de ocultarse, tanto oficialmente como por intereses de las etnias dominantes, mediante la argucia de simplificar “lo mexicano” a carnavalescos arranques de patrioterismo típicos del 15 de septiembre o de la celebración de un triunfo de la selección nacional de futbol. La realidad es que la organización política, económica, social y cultural del país ha sistemáticamente marginado a diversos grupos étnicos, en especial los indígenas, los cuales viven la cotidiana tragedia de ser una especie de extraños en su propia tierra: Ni siquiera sus lenguas maternas son consideradas o respetadas oficialmente: Es increíble que apenas el año pasado, con motivo del bicentenario, se hizo la primera traducción de la Constitución Política al náhuatl. Es decir: Tuvieron que pasar 200 años de vida “independiente” para que la élite política del país accediera a traducir el máximo ordenamiento jurídico del país a UNA lengua indígena: A este paso transcurrirán milenios antes de que las más de sesenta lenguas indígenas del país tengan una versión traducida de la Constitución, y muchos más milenios para que la vastísima compilación de leyes y reglamentos tengan sus respectivas traducciones en las lenguas indígenas, ¿Qué significa el no tener traducidos las leyes y los reglamentos? Significa que el mixteco o el tzotzil, por ejemplo, siempre estarán en una tremenda desventaja ante las controversias jurídicas que les atañen, por ejemplo la defensa de sus tierras, y que desde luego serán muy vulnerables a los abusos de toda clase de autoridades. Esa es la cruda explicación de porqué en las cárceles del país abundan indígenas que ni siquiera supieron de que se les acusó y desde luego nunca pudieron defenderse. Si a esto sumamos que todos los trámites oficiales tienen que hacerse en castellano, comprenderemos muy pronto que gran parte de la desigualdad se explica por la imposibilidad que tienen los habitantes naturales del país para defenderse jurídicamente.
También desde el aspecto cultural en México las élites dominantes han promovido esquemas de clasismo y de franca discriminación racial en la mayoría de los medios masivos de comunicación con objeto de fomentar la infra-consideración de los indígenas: En televisa por ejemplo vemos que los modelos, conductores, “actores” y hasta cantantes son siempre criollos extranjerizados o de plano extranjeros: Hasta Luis Miguel, que se supone un cantante “mexicano”, en realidad es de manufactura extranjera. En los pocos casos en que aparecen en pantalla personajes indígenas o pretendidos indígenas si bien les va salen como cómicos tontos o simples comparsas ingenuos.


El impacto en la actividad turística de todo esto es grave: Los “cadeneros” de muchos lugares de esparcimiento nocturno impiden la entrada a cualquiera que tenga características indígenas, el personal de seguridad de los “lobbys” de muchos hoteles también llegan a hacer lo mismo. Hay que recordar el persistente rumor, afortunadamente infundado pero no por ello no creíble, de que en una ocasión hace unos tres años se le había negado la entrada a un hotel de Cancún a Doña Rigoberta Menchú.
También es de recordar que los departamentos de selección de personal de muchas empresas e instituciones, principalmente en las áreas de publicidad y mercadotecnia, que tanta importancia revisten en el  turismo, tienen como política el buscar candidatos con “buena presentación”, eufemismo que con mucha frecuencia disfraza la discriminación en contra de las etnias indígenas.
Todo lo anteriormente referido no solo es detestable, sino que también cancela una amplísima gama de posibilidades económicas y de desarrollo turístico para el país, pues si realmente se apreciaran las etnias indígenas del país, la riqueza cultural y turística México se acrecentaría inmensamente, llevándonos de paso a un necesarísimo igualitarismo que terminara por fin con el nefasto hecho de que en México, ser o parecer extranjero constituye una ventaja en todos los órdenes, mientras que ser o parecer indígena es una desventaja, a pesar de que los pueblos indios son los dueños originales del país.


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