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• Cambios curiosos en la forma de viajar.
Los que tenemos cierta edad no podemos dejar de reflexionar en algunos cambios curiosos que ha tenido la manera de viajar en las últimas décadas, la mayoría de estos cambios han sido desde luego para bien del viajero, pero no deja de ser interesante y hasta divertido echar una mirada hacia el pasado para ver cómo solíamos viajar en décadas anteriores.


Al ser el decano de la prensa turística mexicana, TURISTAMPA es el único medio que puede ofrecer la gustada sección “Nuestro Pasado”, una mirada a ella es siempre reveladora de cómo ha ido evolucionando la moda en el vestir a la hora de emprender un viaje. En general, hace unas décadas, tanto las damas como los caballeros se esmeraban en aliñarse para emprender el vuelo y vestían con cuidada elegancia al efecto. Incluso en muchos aeropuertos, reporteros de sociales buscaban la nota retratando a glamorosas señoritas y a caballeros de fina estampa.  Hoy los horrorosos y tasajeados “jeans” son casi omnipresentes, homologando a gran parte de los viajeros como si se tratase del uniforme que los chinos y chinas usaban durante la Revolución Cultural de Mao, con la diferencia de que los formales chinos no parecían vagabundos.
En la misma línea, los uniformes de las sobrecargos eran realmente bonitos, creados por los mejores diseñadores que competían al efecto, a veces con excentricidades propias de la pasarela: ¿Cómo no recordar el abrigo de Pierre Cardin para “Olympic Airways” o los diseños de Pucci para “Braniff International”, incluyendo su serie de “hot pants”, incluso su casco de burbuja de la “Era Espacial”, sin olvidar los bellos minivestidos de “PSA”, o los turbantes de la “Pan American” (Ver: Maryhop.com). Hoy, con honrosas excepciones (curiosamente retro), los vestidos y zapatos de las sobrecargos parecen salidos de hospicios.   
Los alimentos y bebidas de las aerolíneas: Eran cosa muy esperada por los viajeros, pues los deliciosos platillos calientes y los vinos franceses y el champán eran muy comunes, incluso en clase turista. Hoy se tiene suerte si le toca a uno una bolsita de cacahuates de cortesía.
¡Las rueditas de las maletas! Tuvo que pasar más de un siglo de viajes masivos para que alguien concibiera la genial idea de ponerle rueditas a las maletas: Algo que era tan sencillo no se le ocurrió a nadie ¡hasta 1970! Aunque en realidad no se popularizaron hasta bien entrados los ochentas. De no ser por Bernard Sadow, quien en un aeropuerto de Aruba sufría las de Caín cargando dos maletas, mientras veía que un empleado movía con una sola mano una pesada máquina que iba en un carrito, todos seguiríamos cargando maletas o dependiendo del maletero y del botones, que, dicho sea de paso, no dejan de maldecir todos los días al ocurrente inventor, aunque, como la mayoría de la gente, no conozcan su nombre.
El inútil y estorboso neceser: Afortunadamente ya en desuso, existía una voluminosa (por fuera) e impráctica (por dentro) maleta que ¿servía? para llevar cosas de tocador. Igual de estorbosos eran los portafolios cuadrados sin correas.
¿Sección de fumar o no fumar? Resulta increíble recordar los vuelos en los que nos preguntaba el despachador al momento de documentar si queríamos asiento en la sección de fumadores, situada en la parte trasera del avión. ¡Como si el humo fuera tan respetuoso como para no irse a la parte delantera! Claro: la primera clase también estaba dividida y el humo de la sección de fumadores de primera clase y el de la cabina principal tomaban en un doble frente a todos los pasajeros.  
Playboy y del “Jetset” a los 16 años: Las normas para viajes de menores eran muy laxas o inexistentes: Recuerdo que ahorrando mis ingresos de mesero de banquetes (nocturno) podía pagar  mis inolvidables viajes de “luna de miel” a la playa de moda, junto a la compañerita de la escuela del momento, en cómodos vuelos con bebidas alcohólicas Premium de cortesía. Nos encantaba oír cuando la sobrecargo nos preguntaba que si la dama o el caballero deseábamos más vino francés u otro whisky. En contraste, hoy un menor de edad está hasta sobreprotegido, supongo que para bien: Recientemente no pude dejar de sonreír cuando vi en un mostrador de aerolínea a un  labregón de uno ochenta de estatura, pero de 17 años, acompañado de su Mamá y de su Papá, que tenían que firmar la autorización para que el “chico” pudiera subirse solo al avión, aparte de darle unos billetes “para sus dulces”.
Curiosos cambios que es bueno que las nuevas generaciones de profesionales del turismo las conozcan: No deja de ser divertido el pensar en ellos.


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