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• Racismo en México: Una llamada de atención para empresas y organizaciones turísticas.
• El turismo debe ayudar a erradicarlo, no a fomentarlo.
 De gran importancia resultó la publicación del número de febrero de la revista “Chilango” cuya dura portada llama inquietantemente la atención hacia el reconocimiento del racismo que por desgracia en pleno siglo XXI se sigue verificando en nuestro país.


  Hasta donde sabemos, es el primer esfuerzo de un medio dirigido al gran público en el que se aborda el tema directamente en toda su crudeza, enfrentando al lector a una realidad que frecuentemente se maquilla o trata de no verse. El Editorial del número va directo al grano y valientemente reconoce sus propias prácticas racistas del pasado: “…tenemos que hablarlo si queremos que esto cambie”. “Como medio hemos incurrido en el pasado en actos racistas: desde “blanquear” a personas morenas que aparecieron en nuestra portada hasta evitar que tuvieran un lugar en ella”.
  Las reflexiones de los distintos colaboradores son contundentes y desde luego cimbran: Mael Vallejo se pregunta el porqué de una realidad, (que se extiende a todo el país:) “la gente de piel morena es uno de los grupos más discriminados. Sin embargo, somos una ciudad llena de gente de piel morena. ¿Cómo entender ese sinsentido?”
  Aníbal Santiago es categórico en su “NRDA: Nuestro Apartheid”: “Multiplicada por miles en establecimientos públicos de todo el país, la frase Nos Reservamos el Derecho de Admisión ampara el racismo más descarado y degradante”. “NRDA: La autorización oficial, irrevocable, avalada por el gobierno, para echar a patadas a los indeseables (…) racismo que aplasta a los mexicanos que parezcan demasiado mexicanos.”
  Mardonio Carballo medita sobre los resultados de la última Encuesta sobre Discriminación de la Ciudad de México: “¿Quiénes son los sujetos más propensos a la falta de respeto, al maltrato, a las humillaciones, y al racismo? Los hablantes de lenguas indígenas o aquellos que sólo les queda en la piel el color de sus antepasados”.
  Carlos Acuña y Mariana Limón en su revelador artículo “Mosaico del Racismo Chilango”  retoman los resultados del estudio “Análisis de los estereotipos de los indígenas presentes en los programas de ficción de la televisión mexicana” de los investigadores León Carlos Muñiz, Felipe Marañón y Alma Rosa Saldierna, de la Universidad de Nuevo León y del Tecnológico de Monterrey: “En 10 meses sólo en cinco programas detectaron presencia indígena”. Y develan como los castings para comerciales piden personas “tipo latino internacional”, es decir argentino, italiano o brasileño: todo menos mexicano. También mencionan el sonado caso de la principal línea aérea mexicana, que tuvo que pedir una disculpa pública en 2013 pues su  entonces empresa de casting “Catatonia” difundió una convocatoria buscando “Look Polanco, nadie moreno”.
  En “Entre nacos y güeros” Federico Navarrete, autor del libro “México Racista: una denuncia” explica porque la vida cotidiana en la Ciudad de México es una constante lucha de castas, mientras que Guillermo Rivera revela el patético deseo de miles “por ser blanco” y tratar de conseguirlo en clínicas, derivado en gran medida del hecho de que “el 56% de los niños de México considera normal ser discriminado. Los más afectados, el 40%, son morenos.”
  En “El racismo nuestro de cada día” JARICUÑA advierte que el lenguaje cotidiano está cargado de racismo, que crece cuando se reproducen frases y palabras reflejo de una realidad injusta y discriminatoria, a más de que en su sección “Caleidoscopio” propone un “auto-test” para conocer el nivel de racismo.
  Los distintos participantes que dan vida a la actividad turística realizan enormes esfuerzos promocionales, de imagen y de difusión. Es menester que empresas, asociaciones, los tres niveles de gobierno, agencias de marketing y relaciones públicas, publicistas, medios de comunicación, ejecutivos y empleados sean concientizados en este tema pues, como alguna vez se reflexionó en este espacio, debe erradicarse la funesta y desconcertante realidad que experimenta un visitante extranjero, a quien por la mañana lo llevan a Chichén Itzá, en donde se ponderan las grandes realizaciones indígenas, mientras que por la noche el cadenero del antro a donde lo llevan no deja pasar a nadie que parezca indígena.
  Felicitaciones al equipo de “Chilango” por poner el dedo en la llaga y hacer reflexionar. Sirva esta pequeña síntesis para que ojalá todos en el medio turístico leyeran su edición de febrero con objeto de  que el turismo ayude a erradicar el racismo y no a fomentarlo.      


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