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Los aztecas reclamaban ser herederos del imperio tolteca. En cuanto a lo que pasó con ese imperio desaparecido, las teorías son muchas. Apenas un siglo ha pasado desde que los arqueólogos desenterraron en Tula lo que consideran ser los restos de Tollan, la capital tolteca. No todos los expertos están convencidos de que lo es, pero aquí es donde puedes dejar volar tu imaginación.


Lo que queda hoy en día son ruinas: pirámides descubiertas, dos juegos de pelota y, por supuesto, los famosos Atlantes, pilares de un templo  desaparecido. Pero fue Tula realmente la capital tolteca que los aztecas denominaban Tollan? ¿Sería acaso fundada por un dios en forma humana? ¿Por un monje que vino del lado del mar desde Irlanda? ¿O por los visitantes del espacio exterior?    
Alejandro Barrientos, un guía oficial, nos mostró todo. Ale se pega con la primera versión. Nos contó cómo Ce Acatl Topiltizin, un sacerdote de Quetzalcóatl, se le  puede  acreditar  la fundación de la capital tolteca. Quetzalcóatl, la Serpiente Emplumada, ha sido adorado en estas partes durante más de dos mil años. Los sacerdotes en esa época eran considerados como la encarnación del dios al que sirven.
Ce Acatl Topiltizin, como fue descrito por Ale, fue una figura similar a Moisés (Moisés interpretado por Charlton Heston), quien en el Siglo X condujo su gente hasta el desierto en que hoy es el estado de Hidalgo. Teotihuacán había sido abandonado, algunos de sus habitantes habían encontrado un nuevo hogar en Xochicalco, en lo que hoy es Morelos. Al parecer hubo algunas disputas políticas. El padre de Ce Acatl Topiltizin fue asesinado antes de que su hijo naciera. Su madre se arregló para llegar a Tepoztlán, donde afirmó había sido divinamente impregnada (más seguro que admitir que el padre fue asesinado), y dio a luz a un bebé que fue considerado por algunos como el hijo de un dios, otros como una amenaza política.
Esto explica, al menos para mí, por qué Ce Acatl Topiltizin, sacerdote de Quetzalcóatl, condujo a sus seguidores al desierto, para establecer entre chichimecas bárbaros a lo que se convirtió en Tollan o Tula. Allí enseñó a la gente que había vivido de la caza y la recolección a sembrar maíz y también no sacrificar seres humanos.
Incluso como rey, sacerdote y deidad, nuestro héroe tenía enemigos. Ellos lo llevaron a cometer un pecado, algo que ocurre hasta entre los eclesiásticos de hoy. Ce Acatl, sin embargo, a diferencia de los clérigos modernos, se avergonzó y se salió. O, posiblemente, fue expulsado, junto con todos sus seguidores.
Entre los que se quedaron, el sacrificio continuó. Unos arqueólogos descubrieron en 2007 los esqueletos de más de 20 niños ritualmente asesinados.     Se dice que Ce Acatl Topiltizin, sacerdote de Quetzcoatl, viajaba a Cholula en Puebla y luego hasta Chichén Itzá en Yucatán, donde se reestructura un reino maya en desintegración. El monumento más fotografiado de Chichén Itzá es El Castillo, donde Quetzalcóatl en forma de una serpiente se desprende de su templo sobre una pirámide que se desliza hacia abajo, listo para fertilizar la tierra.


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