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• El pulmón y proyecto natural que se perderá con el “nuevo” aeropuerto.
• Adiós a reserva natural y a proyectos recreacionales y turísticos.
• Más presión sobre un área urbana sobresaturada que se cerrará sobre sí misma.
• Especulación inmobiliaria a expensas de bienes públicos siguiendo el modelo del corredor Chapultepec de Salomón Chertorivski y de  Santiago Levy en el Parque Delta.
El “nuevo” aeropuerto implica el renunciar a la vocación ecológica del último gran terreno llano y natural con que cuenta la ciudad. A partir de su ocupación como aeropuerto y para construcciones, se cerrará completamente la mancha urbana haciendo que la urbe se atrape a sí misma para siempre, sin tener ya un escape natural libre de construcciones.


  Es importante reflexionar en lo anterior, pues la Ciudad de México carece desde hace mucho de áreas verdes de amortiguamiento: La especulación inmobiliaria ha sido tan voraz, el crecimiento demográfico tan salvaje y la regulación en materia de preservación de áreas verdes tan inexistente que simplemente hablar de espacios verdes es casi de ciencia ficción: La  Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda 16 m2 de éstas por habitante en las urbes, pero la Ciudad de México tiene formalmente solo 5.3 m2, según informa el Instituto de Ecología (IE) de la Universidad Nacional Autónoma de México, aunque la cifra real es de apenas 1.5m2  “Este déficit tiene repercusiones en el bienestar de los individuos, pues la interacción con esos espacios reduce la ansiedad y la depresión”, afirmó Saraí Montes, investigadora del IE. (Ver:https://mexico.quadratin.com.mx/Recomienda-OMS-16-m2-de-areas-verdes-por-habitante-DF-tiene-5-3m2/).
  Cuando uno va a otras urbes del mundo puede comparar dolorosamente las áreas verdes que se disfrutan en otras latitudes con las raquíticas jardineras que tenemos en CDMX, y eso que la cuenta que se hace de 5.3m2  por habitante en muchos casos está contabilizando como “verdes” terrenos que se usan como basureros o como ciudades perdidas. De ahí la importancia que tiene el conservar el vaso de Texcoco como un pulmón para la ciudad y preservar los proyectos de parque y área natural que implican oportunidades de recreación, turismo y sano disfrute para los millones de habitantes de la Zona Metropolitana. Pero eso sólo sería posible si contáramos con un gobierno que pensara en el bienestar de los ciudadanos y no en hacer ricos a los especuladores inmobiliarios que son los que impulsan el proyecto del “nuevo” aeropuerto.
  En el Anteproyecto del Parque Ecológico del Lago de Texcoco, que incluso pasó por FONATUR por el indudable interés turístico que tiene,  se elaboró un plan tentativo de obras para la construcción de infraestructura de la Zona Federal del Lago y dotar a la futura megalópolis de los medios necesarios para regular los escurrimientos superficiales del Valle y aprovechar del modo más eficiente sus recursos hídricos. También en los lineamientos generales de este Anteproyecto se comprenden el desarrollo de lagos, canales, la construcción de caminos, zonas eco-recreativas, zonas deportivas y zonas culturales, tan desesperadamente necesarios para la ciudad. Todo esto se irá a la basura con el “nuevo” aeropuerto. Pero además, los terrenos del “antiguo” aeropuerto también serán pasto de la voraz especulación inmobiliaria, al estilo muy peculiar que ha impuesto Salomón Chertorivski, secretario de “desarrollo” económico de CDMX, que en lugar de oponerse al “nuevo” aeropuerto por ser lesivo para la ciudad, ya se frota las manos nada más pensar en el asunto: Recuérdese que él fue el principal impulsor del “Corredor Chapultepec”, que quería privatizar tal Avenida en beneficio de comerciantes como él, de origen extranjero, siguiendo el modelo que marcó Santiago Levy en el Parque Delta, cuando un bien público como el Parque del Seguro Social fue privatizado para hacer una plaza comercial, y que últimamente se hizo crecer a expensas de terrenos de la ciudad (una estación de policía que misteriosamente la plaza “se tragó” para beneficio de los mercaderes.)
  ¡Qué diferencia con lo que se hizo en el antiguo aeropuerto berlinés de Tempelhof! Ahí, las autoridades alemanas, realmente preocupadas por el bienestar de sus ciudadanos alemanes, y no por beneficiar a comerciantes y especuladores extranjeros, lo convirtieron en el mayor parque urbano de Berlín y uno de los mayores del mundo, con lo que ahora es desde luego de gran interés turístico para viajeros de todo el mundo y gran disfrute de los berlineses.
  Es importante recalcar que si no se impiden estos mega-negocios de funcionarios y especuladores, el resultado final será un gran taponamiento urbano en el Nororiente de la ciudad y el fin de su natural puerta para vientos, aguas y espacio. Y, tal como lo recuerdan los recientes sismos, la naturaleza tarde o temprano recupera su cauce, inundando o tirando lo que la invade irreflexivamente.                       


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