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• El Socavón profetiza hundimientos e inundaciones por la construcción del “Nuevo” Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (NAICM).
• Adiós a la seguridad hídrica del Valle de México.
El asunto del Socavón ha mostrado hasta donde llega la irresponsabilidad en Comunicaciones y Transportes. Sin embargo, lo más monumentalmente grave es lo que viene: Desde que se anunció la construcción del “nuevo” aeropuerto internacional de la Ciudad de México diversos personajes y grupos han esgrimido razones válidas para oponerse al proyecto. Ya en enero de 2016 el periodista Álvaro Delgado, en la revista “Proceso”, presentó la advertencia del exdirector de la Comisión Nacional del Agua, José Luis Luege Tamargo, quien sostiene que la obra provocará enormes inundaciones y hundimientos de suelo en la zona metropolitana de la ciudad, señalando al proyecto como “inconstitucional, muy costoso y de altísimo riesgo” solo explicado por ser un “botín” de la Presidencia. (Proceso 28 de enero de 2016).


  “La propuesta específica para construir en el sitio el NAICM conlleva grandes riesgos hidrológicos para la propia infraestructura y para la ciudad”, alerta la investigación titulada: “Consideraciones hidrológicas y ambientales para el posible desarrollo de infraestructura aeroportuaria en el Lago de Texcoco”. El documento fue elaborado durante dos años y presentado en 2011 por los expertos de la CONAGUA tras la decisión de Felipe Calderón de anteponer el proyecto aeroportuario a un gigantesco parque ecológico y recreativo. Recomienda no edificar el NAICM en Texcoco, sino explorar otras opciones para realizar una obra que estima necesaria, como la de Tizayuca, Hidalgo.
  A más abundamiento, el 17 de octubre de 2012, el director técnico del Organismo de Cuenca Aguas del Valle de México (OCAVM), Martín Ortiz Montes, emitió el “Dictamen técnico de riesgo hidrometeorológico de la zona federal del ex Lago de Texcoco, municipio de Ecatepec, Estado de México”. En él, transmitió dos recomendaciones a la CONAGUA para cumplir con el mandato de la Ley de Aguas Nacionales:
  La primera: “Es indispensable realizar acciones necesarias para evitar que se alteren las funciones de regulación de las áreas de inundación y con ello se ponga en peligro la vida de las personas, la seguridad de sus bienes y se afecten los ecosistemas”.
  Y la segunda: “No debe modificarse el uso del suelo en la zona federal del Lago de Texcoco, porque se perderá una zona de regulación y control de avenidas. Esta zona es fundamental para evitar sobrecargar el Sistema de Drenaje Metropolitano con las avenidas de los ríos de la Cuenca Tributaria del Valle de México, mismas que tienen como su zona de regulación natural  dicho lago”.
  Como bien apunta Álvaro Delgado la conclusión del estudio es rotunda: “La construcción del NAICM representa un alto riesgo para la ciudad en términos de inundación, y es incompatible con la vocación reguladora de grandes volúmenes de agua de lluvia y drenajes que tiene el Vaso del Lago de Texcoco. Es igualmente incompatible con los servicios ambientales que presta el Lago Nabor Carrillo como refugio de aves migratorias”.
  Hay que recordar que desde 1971, y por decreto presidencial, el Vaso de Texcoco fue sometido a un gran proyecto de rescate ecológico que costó un titánico esfuerzo por parte de la entonces Secretaría de Agricultura y Recursos Hidraúlicos, (SARH). El que esto escribe tuvo ocasión de verlo personalmente, pues mi padre trabajaba en la SARH y con frecuencia lo acompañé a sus labores de supervisión, oportunidad en la que pude constatar el gran esfuerzo que se necesitó para que zonas antes salitrosas se pudieran forestar. Este gran proyecto de rescate permitió al término de varias décadas de ardua labor, el que muchas especies de aves migratorias hicieran del Vaso de Texcoco de nueva cuenta su hogar, y que las hasta entonces perennes y enormes tolvaneras que azotaban la ciudad periódicamente, en especial en febrero, desaparecieran para alegría de los que alguna vez las sufrimos.
  Hoy todo eso corre peligro de esfumarse y con ello también se volatizará la seguridad hidrológica del Valle de México, pues todos los ríos de su Cuenca,  muchos hoy entubados, como el Becerra-Piedad, Churubusco, Los Remedios, Tlalnepantla,  San Javier, Chico de los Remedios, Totolinga, Los Cuartos, Hondo, Tacubaya, Mixcoac, Texcalatlaco y Magdalena, entre los más conocidos de un total de 45 que se forman en su mayoría en época de lluvias, tienen su cauce orientado precisamente hacia el Vaso de Texcoco que pretende ser ocupado por el NAICM. ¿Dónde irá toda el agua una vez desecada el área del aeropuerto? ¡Pues a inundar las vulnerables zonas populares circunvecinas! Causando muerte, destrucción y desolación.
  Y todo porque el grupo peñista pretende hacer estupendos negocios con la especulación inmobiliaria en los terrenos aledaños al aeropuerto. Esa es probablemente la razón por la cual aún con el escándalo del Socavón, Ruiz Esparza esté firme en la SCT, pues los intereses económicos en juego en el NAICM sin duda lo protegen.
  Más sobre el tema en la próxima entrega.


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