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• Socavando el turismo.


  En pleno periodo vacacional de verano la corrupción peñista deparó una ingrata sorpresa a miles de vacacionistas, paseantes, transportistas y automovilistas locales y visitantes que vieron interrumpida la posibilidad de cruzar el Valle de Cuernavaca en la prometida forma “express”.

El asunto ha sido noticia nacional, “trend topic” e incluso llegó a comentarse ampliamente en la prensa internacional: Una obra que no llevaba ni tres meses de inaugurada literalmente se hundió, provocando la indignante muerte de dos personas, que lo menos que esperaban es que la flamante vialidad se desmoronara a su paso, sin que los servicios de urgencia y de protección civil hicieran cosa efectiva para rescatarlos. Algo que parecería extraído de una novela de Kafka desgraciadamente no sorprende ya a nadie en el México peñista, pues los niveles de corrupción llevan al  más absurdo y “surrealista” de los aconteceres, increíble en cualquier otro país con gobierno medianamente responsable y preocupado auténticamente por el bienestar de su población, pero de “rutina” en México, pues no pasa absolutamente nada a los responsables, más interesados en hacer deshonestos negocios con obras públicas criminalmente defectuosas, que en servir a la sociedad. Ante tal realidad Franz Kafka palidecería y vería a su “Metamorfosis” o a su “Proceso” como  simples e inocentes sueños de párvulos.

El nivel de cinismo, impunidad y descaro con que se condujo el Secretario de Comunicaciones y Transportes, Gerardo Ruiz Esparza, es realmente de escándalo, aún en el lastimado México. Pero desde luego ni siquiera la más elemental autocrítica estuvo presente: ¿Renunciar por dignidad?  ¡Impensable! No importa que El Socavón quede para la posteridad como la muestra más nítida de la corrupción en materia de vialidad federal: Millones de pesos de todos nosotros se gastaron en supuestos “peritajes”, “estudios”, “diseños”, “construcción” y publicidad del malogrado “Paso Express”, tan sólo para exhibir en toda su crudeza y fetidez la corrupción imperante en comunicaciones y transportes.

El “Socavongate”, que ojalá así se llamara para implicar renuncia y castigo de los responsables, pero que por desgracia solo quedará en la memoria colectiva como “El Socavón”,  no es de ninguna manera un asunto menor en materia turística, pues hay que recordar que la autopista a Cuernavaca es la principal vía turística y recreacional del país, que comunica a todos los balnearios y centros turísticos de Morelos, básico “escape” recreacional de los capitalinos, siendo también la más importante conexión con los más relevantes destinos de playa del Pacífico para el mercado de la zona metropolitana de la Ciudad de México, es decir, Acapulco e Ixtapa-Zihuatanejo, que de pronto vieron mermada su vinculación con los clientes, precisamente en el asueto de verano.

 Los que tenemos memoria y edad suficientes podemos recordar la funesta “planeación” y defectuosa construcción de la “Autopista del Sol”, hecha en el salinato, que también significó la muerte para muchos paseantes, víctimas de innumerables deslaves ocasionados por la voracidad y corrupción de constructores y funcionarios, que hicieron una peligrosísima carretera de quinto mundo con tarifas de peaje de primer mundo.

  Lo más preocupante es que Ruiz Esparza no sólo no fue sancionado ni removido de su cargo, sino que sigue al frente de la construcción del “nuevo” aeropuerto de la Ciudad de México: Que nadie se llame a sorprendido cuando las previsibles fallas y los esperados defectos se hagan presentes en tan monumental obra: No hace falta ser profeta para advertir que los vicios en la decisión, el diseño y la ejecución del “nuevo” aeropuerto estarán presentes, haciendo parecer al Socavón como tan sólo un pálido augurio de lo que viene: Muchas acreditadas voces lo están advirtiendo desde hace tiempo: No escucharlas será, literalmente, criminal.

  La próxima entrega lo analizaremos.   
               


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