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• El gasolinazo y el turismo.
• 35 años sin construir una sola refinería.
El inicio del año nuevo ha sido realmente “movido” como se esperaba, pero lo que sí ha  sorprendido es el nefasto modo del gobierno federal para tratar de explicar lo inexplicable. Hay que recordar que la mal llamada “reforma energética” constituyó en realidad una regresión en el aprovechamiento de la renta y la propiedad petrolera: Mientras PEMEX fue el único proveedor de combustibles el país siempre pudo tener abasto seguro, confiable y relativamente barato de tan importantes insumos.


  Desde Lázaro Cárdenas hasta López Portillo, los gobiernos emanados de la Revolución se preocuparon porque PEMEX creciera y fuera capaz de apoyar a todas las actividades económicas, turismo incluido, con un abasto suficiente y económico de derivados del petróleo. El transporte carretero en automóviles, autobuses y camiones de carga; los transbordadores, ferris, pangas, motonaves y barcos de crucero; así como la aviación comercial y general, y hasta el transporte ferroviario de carga y pasajeros, entonces nacional, eran todos apoyados con los suministros de PEMEX, garantizándose la conectividad mediante toda la red de transportes del país. Esa conectividad fue esencial para que pudiera crecer y desarrollarse el fenómeno turístico a escala muy relevante, pues los aeródromos, puertos, aeropuertos, terminales, carreteras y centros turísticos siempre pudieron contar con la imprescindible presencia de PEMEX a todo lo largo y ancho del país.
  El funesto salinismo acabó con todo esto, pues, de manera soterrada, los sucesivos gobiernos que hemos sufrido desde entonces iniciaron una verdadera labor de zapa en los cimientos de PEMEX para acabar con la empresa y poder privatizar sus actividades en egoísta beneficio de unos cuantos favoritos, ávidos de convertirse en intermediarios de las grandes petroleras extranjeras.
  Así las cosas el Presidente López Portillo fue el último en construir refinerías y complejos petroquímicos. Desde el salinato para acá ya no se construyó ni una sola refinería, muy por el contrario, el gobierno federal a través de la Secretaría de Hacienda se dedicó a sangrar a PEMEX para no dejarle invertir ni en exploración ni en infraestructura. Se colocaron en la dirección de PEMEX y como líderes del sindicato petrolero a verdaderos truhanes con el objetivo de descapitalizar a la empresa y no permitirle crecer. Este enorme drene de recursos fue monstruosamente grande y constituye uno de los despojos y dilapidaciones más cínicos y de mala fe de que se tiene noticia en la historia nacional y que por sus dimensiones compromete el desarrollo de las futuras generaciones: Simplemente en el sexenio de Fox el estado extrajo de PEMEX cerca de 600 mil millones de dólares incluyendo excedentes petroleros que simplemente desaparecieron en gasto corriente y corrupción sin que se construyera una sola refinería.
  El resultado obvio es que mientras en tiempos de López Portillo México producía prácticamente toda la gasolina que necesitaba, ahora cerca del 70% de la gasolina y del diésel son importados. Con gran cinismo el gobierno de Peña Nieto usa este argumento hoy para tratar de convencernos de que debemos aceptar pasivamente el aumento de 30% en el precio de la gasolina que se verificó  el primero de enero. Lo que no dice es que la negligencia de su  gobierno y de los gobiernos anteriores para que PEMEX no construyera más refinerías, fue plan con maña para proseguir en su funesto proyecto de desmantelar a la empresa y permitir que la arrollen las empresas extranjeras autorizadas en la reforma energética.
   Una característica fundamental y definitoria del turismo es el vencimiento espacial, es decir el desplazamiento y la visita de lugares alejados. Es obvio que toda la actividad turística del país se ha visto perjudicada por el gasolinazo del primero de enero y sus secuelas en protestas y hasta en saqueos. Por desgracia, apenas es el primer gasolinazo: Demos las gracias por todos los que vengan a Peña, a los tecnócratas privatizadores, a la reforma energética y a los voraces y negligentes gobiernos, desde salinas para acá, que no quisieron hacer las refinerías, para con ello justificar la entrada de petroleras extranjeras.    


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