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• La “Feria de las Culturas Amigas.”
• Un nuevo y promisorio atractivo turístico de la Ciudad de México.

Frente a tanto desastre en materia turística y de descomposición social generado en el presente sexenio de la muerte, es refrescante echar un vistazo a lo que ocurrió durante el mes de mayo en la Ciudad de México, en relación a la denominada “Feria de las Culturas Amigas”, en donde confluyeron los esfuerzos de organización de varias entidades del gobierno del Distrito Federal, bajo el liderazgo de la Secretaría de Turismo local al mando de Alejandro Rojas Díaz Durán y que, debe reconocerse, se anotaron un gran éxito al ser capaces de convocar a la mayoría de las representaciones diplomáticas acreditadas en México, con objeto de crear un muy rico escenario de manifestaciones culturales procedente de todos los rincones del orbe.

La Feria de las Culturas Amigas 2011 se verificó del 14 al 29 de mayo, y duplicó el número de asistentes respecto a la edición del año pasado, con la asistencia de más de un millón 150 mil  visitantes, cifra muy elocuente y nada despreciable.
El Gobierno del Distrito Federal (GDF) reportó que además de romper récord de asistencia, la feria se convirtió en un éxito al dejar una derrama económica de 780 millones de pesos, 180 millones más de lo anunciado la víspera por la secretaría de Cultura.
Debido al éxito obtenido, el secretario de Turismo del GDF, reiteró que propondrá al jefe de Gobierno, Marcelo Ebrard, que la Feria de las Culturas Amigas se convierta en el “Cervantino” de la Ciudad de México: “Tenemos muchas sedes que pueden dar cabida a este festival en varias zonas de la ciudad”, manifestó.
Entre los escenarios que prevé para esta fiesta se encuentra el Monumento a la Revolución, así como áreas en las delegaciones Coyoacán, Azcapotzalco y San Ángel.
Las múltiples experiencias que familias, estudiantes, trabajadores, niños y público en general pudieron gozar con esta feria fueron muy positivas, pues se pudieron degustar infinidad de bebidas tradicionales y exóticas de los diversos países participantes. Desde luego las diferentes especialidades culinarias estuvieron también presentes, y uno podía disfrutar en una sola visita un “kebab” de cordero turco, un “bramborak” checo de papa, una fritura de arroz vietnamita,  una “bierwurst” alemana y luego saborear un café verde con dátiles de Arabia Saudita.
Desde el punto de vista cultural, el evento fue muy bueno también, pues se podía escuchar y comprar música y hasta instrumentos tradicionales de todos los rincones del planeta, al igual que prendas típicas y desde luego artesanía, libros y un sinfín de artículos que a todos los asistentes los hicieron sentir una atmósfera de universalismo y camaradería internacional, que es precisamente el espíritu del turismo: Una actividad, muy importante es recalcarlo, que no puede existir más que en la paz y en la tranquilidad.
Por eso insisto en que frente a tanto daño que ha sufrido la actividad turística en nuestro país durante el calderonato, es muy alentador constatar que la Ciudad de México es capaz de dar cabida a este tipo de eventos de convivencia, muy formativos para la juventud y para la sociedad en general, y que sin duda son ya un nuevo atractivo motivador del viaje.


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