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Luis Bulnes acaba de abrir el Solmar Grand, el más imponente
de los muchos resorts que ha construido y, en el proceso, ayudó a convertir a Los Cabos en uno de los destinos turísticos internacionales más prestigia­dos de México. Pido disculpas si sueno demasiado admirado, pero Luis Bulnes es uno de esos héroes anónimos acerca de los que  muy poco se conoce fuera de Baja California.    


Bulnes llegó a México desde España en 1948, un joven ambicioso de 19 años de edad, que pocos años después llegaría a Cabo San Lucas para convertirse en gerente de la fábrica enlatadora de atún más grande de México. Suena como un trabajo que nadie más hubiera querido. El muchacho llegó al lugar recientemente casado con una mujer igual de entusiasta que  él. Ella fue su contadora, y sigue a su lado. La fábrica cuando llegaron estaba a bordo de un buque sobre la bahía de San  Lucas, que en ese entonces era una colección de  chozas miserables, en donde más o menos vivían  400 personas. La casa asignada a la pareja fue semejante a las demás, sin electricidad, sin agua corriente, sin conexión al Internet.
San Lucas pudo haber parecido adusto y sombrío, pero  estaba siendo descubierto por  magnates de los Estados Unidos como tal vez la mejor zona de pesca deportiva en el mundo. Tanto pez vela como marlin podían ser pescados desde la costa  en aquellos felices días. Una vez enganchado, el pez luchaba por liberarse. Lograr  mantener a un pez es de lo que se trata la pesca deportiva. Cuando la estrella de cine John Wayne y el ex presidente de EE.UU. Dwight Eisenhower aceptaban invitaciones de los magnates para pescar, Rod Rodríguez, hijo de el ex presidente de México,  Abelardo Rodríguez, decidió que Cabo sería un buen lugar para construir un hotel.
Bulnes, por lo tanto no fue el primer hotelero en Los Cabos, pero uno de los primeros. Y los otros ya no están. De gerente de una fábrica de atún, Bulnes, se había graduado para convertirse en el dueño de una flota de pesca de atún, llegando a ser lo bastante rico para unirse a otros en la construcción del Hotel Finisterra por encima de las rocas en Land's End. Luego Bulnes vendió su participación en el Finisterra para iniciar su propio hotel en la playa que colinda con esas famosas rocas
La Carretera Transpenin­sular llegó más tarde, y fue terminada a finales de 1973. Para entonces había un aeropuerto, también. Así fue como llegué allí y conocí a Luis Bulnes. Su hotel fue el más modesto de los pocos lugares para quedarse en aquel entonces, pero  disfruté su encanto sin igual. Bulnes, el rey de la pesca, estaba dirigiendo una campaña  para limitar la pesca comercial en el Mar de Cortés. Tenía que trabajar mucho para convencer al gobierno federal de declarar  que estas aguas sean territoriales (no internacio­nales). En el Mar de Cortés, la ley mexicana se aplica ahora. Baja California Sur en 1974 se convirtió en uno de los estados más nuevos  de México.
De 20  habitaciones, el Solmar creció a 60 y luego otro hotel y luego otro. Hoy en día Bulnes tiene una media docena, todos adyacentes entre sí. Gran Solmar abrió sus puertas en febrero, aunque la inauguración oficial tuvo lugar el mes pasado. Junto a él está el Playa Grande con  The Ridge, un hotel boutique dentro de un gran hotel. El Gran Solmar, por su parte, puede presumir de ser el hotel más lujoso en Cabo San Lucas.
Los cambios han llegado a San Lucas y Los Cabos. Fonatur, a veces se atribuye el mérito por el éxito de Los Cabos, pero Luis Bulnes descubrió su potencial turístico mucho antes que Fonatur. Lo que ni siquiera había sido  un pueblo hoy es una ciudad con una población de alrededor de 150,000 .
En el Gran Solmar, Luis Bulnes ha construido un refugio de las fiestas sin fin. Pero los que quieren un toque de emoción éste se encuentra a  sólo diez minutos de la entrada del hotel. Ni siquiera es necesario tomar un taxi.


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