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• Fiestas Patrias y turismo.
• Diplomáticos sin canapés pero acarreados con su torta: La nueva imagen internacional de la alegría mexicana.
De todos es sabido que el 15 y 16, en particular, y todo el mes de septiembre en general, se constituye en invitación ideal para visitar México para los extranjeros y connacionales que habitan allende nuestras fronteras. Además, para los residentes en México  es una gran oportunidad de aprovechar el “puente” y realizar periplos a todo lo ancho de la geografía nacional.


La profusión de celebraciones, tradiciones, gastronomía típica, música, desfiles y demás manifestaciones, son en conjunto un atractivo turístico que durante esta temporada impulsan especialmente el viaje.
Todos los 2440 municipios de los 31 estados del país, además de las 16 delegaciones políticas de la Ciudad de México organizan alegres verbenas populares y varios otros festejos que son muy apreciados por propios y extraños. La gesta heroica de los Insurgentes siempre ha despertado un gran entusiasmo en la población mexicana, e incluso en nuestros consulados y embajadas, localizados en muchos rincones del orbe es muy esperado el coctel, la recepción o la verbena, tanto por los mexicanos que residen en el exterior, como por los innumerables amigos de México en cada comunidad donde se tiene representación diplomática o consular.
Durante cerca de 200 años todo este entorno de celebración ha sido parte importantísima de la identidad mexicana, empero, el pésimo gobierno que nos ha tocado en desgracia sufrir este sexenio amenaza con afectar severamente el núcleo mismo del ambiente festivo: Es tal la cantidad de pifias y errores que se suman a la corrupción, al descaro, a la impunidad, a las injusticias, al entreguismo y a los actos de lesa patria y de lesa humanidad, que muchísimos mexicanos sienten ya una justificable indignación que los hace preguntarse: ¿Qué celebramos?
La economía, los bienes nacionales y hasta las playas los han puesto en manos de extranjeros. El estado aparece como fallido y la única forma que encuentra para medio capotear el descontento generado es la simulación: El pasado 15 de septiembre Peña Nieto dio una patética muestra de ello, al blindar el Zócalo capitalino y llenarlo con miles de acarreados de los estados cercanos, especialmente del de México e Hidalgo. Cientos de autobuses trasladaron a miles de paupérrimos ciudadanos, debidamente marcados con pulseras identificadoras, quienes a cambio de un “lonche” y de la oportunidad de dar un paseo desde sus comunidades fueron utilizados por Peña para rodearse de ellos en la ceremonia del “Grito de Independencia”. ¿Será este el modelo al que Peña se refirió  como “Viajemos Todos por México” en el pasado Tianguis Turístico? Porque nos habían dicho que el erario no pagaría por este programa, pero según los especialistas, los acarreados nos costaron a los contribuyentes la friolera de 19 millones de pesos, entre contratación de autobuses turísticos de quinta, “lonches”, combustibles, casetas, logística y demás.
El patético espectáculo no pudo ser ocultado del todo por TELEVISA ni por los demás medios comparsa,  sobre todo porque el afán peñista de simular “espontánea alegría” fue denunciado por miles de ciudadanos que marcharon desde el Ángel de la Independencia para exigir su renuncia y a los que desde luego no se les permitió el paso al Zócalo, discriminándolos por no traer la pulserita de acarreados.
Pero el descaro fue apoteótico cuando se dijo que no hubo recepción para el Cuerpo Diplomático acreditado en México “por razones de austeridad”. Seguramente Peña y sus asesores creen que los embajadores y cónsules son tan tontos como para tragarse la mentira y que transmitirán en los informes a sus respectivas naciones laudatorios conceptos sobre la imagen de México y de su gobierno que no gasta en canapés para los diplomáticos pero que tira el dinero a raudales para traer a miles de acarreados amastreaditos y aplaudidores.


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