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• Actualidad terrorista preocupante y turismo.
• ¿Quién iluminará a “nuestros” “estadistas”?
Como se sabe, la actividad turística sólo puede florecer y desarrollarse en un entorno de paz y armonía, pues en esencia el viajero busca descansar, conocer, divertirse, ilustrarse y convivir con otras sociedades. La estabilidad política, una economía sana, y un ambiente social apacible son los mejores aliados del turismo. Por desgracia hemos visto que en apenas nueve meses los actos terroristas de diversos tipos han venido incrementándose en cantidad y en agresividad, dirigiéndose en muchos casos precisamente hacia pacíficos visitantes y pobladores locales en horas y días típicamente de asueto. El atentado del 14 de julio pasado en Niza contra una multitud durante la celebración del Día Nacional de Francia, en el que murieron 85 personas y resultaron heridas 303, obligó a ver de nueva cuenta en toda su crudeza el fantasma del terrorismo, cuyos efectos en la actividad turística serán sin duda devastadores. Las víctimas procedían de al menos 29 naciones, por lo que el impacto mundial fue inmediato y  evidente.
  El ataque se suma a muchos otros realizados en lo que va de 2016, pues en apenas los  primeros 7 meses del año se registraron 35 atentados, entre los que destacan los de Charleroi y Bruselas en Bélgica; Orlando, Baviera, París, Normandía, Ankara, Estambul (Ciudad y aeropuerto),  Indonesia, Pakistán, Bangladesh, Líbano, Nigeria, Afganistán, Siria, Burkina Faso, Libia, Irak, Costa de Marfil e Israel.
  Fueron blancos, entre otros,  centros comerciales, calles peatonales, restaurantes, transportes colectivos, iglesias, discotecas y complejos hoteleros.
 La abultada cuenta de ataques en lo que va del 2016 hace pensar en la urgente necesidad de que los gobiernos y empresarios de la actividad turística tengan presente que el fenómeno del terrorismo llegó por desgracia para quedarse, pues no se ve en el mediano plazo una solución. Habrá que reconocerse que, lejos de ser algo aislado, estaremos forzados a ver como algo cada vez más frecuente la manifestación del fenómeno.
  ¿Se está pensando en nuestro país en el problema? Aterra ver la frivolidad con la que en un escenario mundial tan peligroso algunos actores se han comportado: ¿Qué hace el gobierno de Peña Nieto mandando personal militar al Líbano o al Sahara Occidental? Recuérdese que en mayo de 2015, mal aconsejado por el entonces Secretario de Relaciones Exteriores  José Antonio Meade Kuribreña,  Peña autorizó la salida de la primera participación de las fuerzas armadas mexicanas en operaciones de mantenimiento de la paz con los “Cascos Azules”. Como ni Meade ni la actual Canciller Claudia Ruiz Massieu Salinas parecen ser muy duchos en el análisis de la situación internacional no han medido las posibles consecuencias de que México participe en tales operaciones: No en balde, durante la época en que nuestro país si tenía diplomacia, se cuidó mucho de no meternos en problemas que no son nuestros. En el aterrador entorno actual tal chabacanería puede costarnos muy caro:
  Recuérdese al respecto la irresponsabilidad con la que el Secretario de Relaciones Exteriores de Fox, Jorge Gutman Castañeda (que ahora hasta quiere lanzarse para presidente de la república como candidato independiente) y el historiador Enrique Krauze Kleinbort pedían a gritos, uno en el Congreso y otro en la prensa, que México participara en la coalición lidereada por Bush para atacar Irak en la segunda guerra del Golfo Pérsico, participación que acarreó sendos ataques terroristas al Reino Unido (transporte de Londres) y a España (Madrid-Atocha).  Quizá ambos personajes estaban pensando más en los intereses del estado de Israel con el que quizá se sienten identificados, que en los intereses de México, pero lo cierto es que ese tipo de diatribas y superficialidades pueden llevarnos a la pesadilla de ver un día atacado  un hotel de Cancún lleno de estadounidenses.          


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