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• Las mentiras de la “reforma energética”
y el turismo
 
Los recursos naturales de una nación son elementos fundamentales para su desarrollo. Los verdaderos estadistas siempre han tratado de defender y  engrandecer la dotación de recursos para sus pueblos. Las políticas públicas de los estados que defienden los intereses de sus ciudadanos siempre van en ese sentido.

  Por desgracia, en nuestro país y desde el funesto salinato, los distintos gobiernos autollamados “neoliberales”,  pero que en realidad han fomentado monopolios para sus favoritos, se han distinguido por  su entreguismo y escandalosa  corrupción, que han ayudado a corporaciones extranjeras a adueñarse de recursos de toda índole, como los mineros, hidrológicos, y en éste sexenio energéticos.

  A este respecto es de recordar que, durante los dos primeros años  del mandato de Peña, sufrimos un insoportable bombardeo propagandístico que desde luego se pagó con el erario, es decir, con el dinero de todos nosotros, los sufridos pagadores de impuestos, para tratar de convencernos de que la mal llamada “reforma energética” sería la panacea que permitiría que bajaran las tarifas de los energéticos. Previamente, durante el sexenio de Calderón, también se afanaron el gobierno y TELEVISA en tratar de convencernos de  que teníamos que abrir el sector energético a empresas extranjeras.

  No hubo de pasar mucho tiempo para que el conjunto de falacias que se usaron en tanto “spot” engañabobos dieran paso a la realidad: Las tarifas de electricidad tan necesaria para los hoteles, restaurantes, bares, atracciones y otros negocios turísticos de todo el país que requieren aire acondicionado y/o calefacción, acaban de registrar considerables aumentos, mientras que los precios de las gasolinas y del diésel siguen repuntando en detrimento del autotransporte de pasajeros y de carga, incidiendo onerosamente en los insumos de la actividad turística y en la posibilidad del público para realizar viajes. Si a esto se suma que los combustibles de aviación ya son 7% más altos en México que en Estados Unidos, se podrá ver claramente que la tan cacareada “reforma energética” no ha sido otra cosa más que un descomunal despojo en contra de todos los mexicanos con el único fin de que negociantes cercanos a los gobernantes lucren con la entrega del patrimonio energético a los privados nacionales y extranjeros.

  Así las cosas, el resumen es desalentador e indignante, pues a pesar de ser un país petrolero, cada vez se paga más por los combustibles, y la expectativa es peor: Nadie espera que las compañías energéticas privadas den mejores precios que las públicas, pero eso sí: El patrimonio de los mexicanos de ésta y de las futuras generaciones ha sido brutalmente disminuido, pues es de esperarse que los cuantiosos recursos petroleros del país vayan pasando inexorablemente a manos privadas y extranjeras, con lo que se cancela emplearlos para financiar el desarrollo nacional.   


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