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Comidas de calidad  pueden hacer de unas buenas vacaciones unas excelentes vacaciones. Algunas personas viajan sólo para comer, cruzando un océano en busca del foie gras perfecto y el vino ideal para este platillo. Esto no es recomendable. Pocas veces algo es  tan bueno como uno  imagina que será. Cuando se trata de comida, unos gourmets celebres dicen que los restaurantes de la Ciudad de México están entre de los mejores  del mundo. Aun así, se puede sentir la necesidad de visitar Puebla o Oaxaca para una auténtico mole y hay quienes dirían que es necesario un viaje a Mérida para encontrar pibil o poc-chuc realmente insuperables.


Viajar puede ser un problema en lo que  a comida se refiere, aunque la situación está mejorando. Aeroméxico es una de las pocas aerolíneas que incluye comidas en el precio del boleto. Algunas aerolíneas en Estados Unidos, quejándose de que  los pasajeros solamente buscan tarifas bajas, por un tiempo dejaron de servir comidas. La mayoría ahora ofrecen algo a cambio de un cierto precio. Y lo mejor es que a veces esta comida es buena. Las aerolíneas han descubierto que sus pasajeros frugales estarán dispuestos en gastar algo por un bocadillo sabroso. Por supuesto, si verdaderamente quieres algo muy bueno, será mejor viajar en clase de negocios o incluso primera clase si es que la hay. Pero antes de hacer una reserva, utiliza el Internet para descubrir lo que cada línea aérea ofrece  y luego confírmalo en la llamada  para reservar un boleto.
Casi desde su llegada, los exigentes consultan  al  Concierge  sobre lugares  para cenar. Y consultan con cuidado. De Aspen a Manhattan y hasta el otro lado del Atlántico, muchos restau­ranteros han ganado fama y riqueza al limitar el número de clientes que aceptan, y dejando las mesas de los rincones a quienes no reservan con tiempo que además deberán dejar propinas excesivas que nunca serán recibidas con gusto. Lo mejor será  preguntar al Concierge sobre un pequeño pero delicioso lugar que aún haya sido descubierto por la mayoría. Y permitirle a ese experto  hacer la reservación. De esa manera el capitán de meseros probablemente les dará la bienvenida como lo haría con un duque y su duquesa.
Así como Culiacán es conocido por su chilorio (entre otras delicias), muchas ciudades en el mundo tienen sus propios platillos especiales. Antes de  que Alaska se convirtiera  en un estado más, recuerdo que se ofrecía pata de oso en los menús. Ahora sigue siendo un manjar en Asia, pero en Anchorage se quedó tan solo de recuerdo y se como un nombre para hoteles, restau­rantes e incluso una feria en esa ciudad.. Nariz de alce en aspic no es un capricho epicúreo, pero puede ser ofre­cido como una muestra de lo que saborearon los agricul­tores originales de esas tierras. En Escocia, cuidado con los haggis.
El plato nacional de Escocia, los  haggis a veces se sirven con gran ceremonia. Es un pudín que contiene pedazos  del corazón, el hígado y  los pulmones de un cordero mezclados con harina de avena, cebolla y especias, todo  cocido al horno en  estómago de oveja. Los noruegos prefieren la cabeza de oveja, hervida o al vapor, servida con una cuchara para sacar los sesos. Los menús de los países escandinavos a menudo cuentan con surströmming, que sería traducido como el arenque agrio.


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