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• La “Encíclica Verde” del Papa Francisco: Un llamado a la racionalidad.
• Su deseable impacto en la toma de decisiones para el desarrollo turístico.
El Obispo de Roma ejerce un innegable influjo sobre cientos de miles de personas en todo el mundo, por lo cual es siempre relevante el monitorear la posición que toma acerca de distintos temas que pueden tener incidencia en el acontecer mundial y desde luego en el turismo. Apenas hace unos días el Vaticano hizo pública la Encíclica “Laudatum S’” que en idioma umbro quiere decir “Alabado sea” pero cuyo significado político, económico y social es muy importante, pues hace un llamado a la racionalidad en el manejo de los recursos naturales del planeta.
En el documento, bautizado ya por la prensa como la “Encíclica Verde”, Francisco, tomando distancia de sus predecesores, cuestiona enérgicamente el sistema económico mundial que está orientado a la productividad, al mercado y a los poderosos sin tomar en cuenta el daño que se hace a la naturaleza y a las comunidades.
Además,  dice que la contaminación no sólo afecta al medio ambiente, a la naturaleza y a nuestro futuro, sino que también afecta “el alma de los hombres”. Hace con esto una ruptura con el pensamiento neoliberal.
En opinión de muchos analistas es un texto civilizatorio, pues implica el que el deterioro ambiental va de la mano con la pobreza y con la degeneración social.
Hay que recordar que una encíclica es una carta solemne que el Papa dirige a todos los obispos y fieles católicos adoctrinando en cuestiones de fe o de costumbres, de ahí que la importancia del documento es grande, pues en él se hace una aguda crítica del modo de producción y consumo imperante en el mundo y que nos está llevando al agotamiento y contaminación de la naturaleza.
El documento señala que el consumismo  ha llevado a la humanidad a un comportamiento que permite la degradación continua del medio ambiente y por supuesto, algo que interesa a México, es que crítica severamente la tecnología basada en combustibles fósiles, que son muy contaminantes y que necesita ser reemplazada para que la humanidad no enfrente peligros mayores.
Francisco dice en la encíclica cosas como: “los países ricos tienen una deuda ecológica con los países pobres”, y dice que los países en desarrollo están a la merced de las naciones industrializadas que explotan sus recursos para alimentar su producción y consumo y llama a esta relación estructuralmente perversa, rechazando el argumento de que sólo a través del crecimiento económico se puede resolver el hambre, la pobreza y llegar a la recuperación del medio ambiente.
Lo anterior es lo que llama críticamente “concepto mágico del mercado”, que es el que por desgracia tenemos en México, en donde se supone debe  crecerse para poder atacar la pobreza, alimentar la producción o desterrar  el hambre. El Jefe del Estado Vaticano dice esto no es así, hay que hacer algo muy diferente, hay que hacer un uso racional de los recursos.
“Hay un abismo increíble entre el mundo pobre y el mundo industrializado” y es lo que Francisco dice que debe terminarse.
Es importante puntualizar que gran parte de la actividad turística mundial está basada en el aprovechamiento de los atractivos naturales como playas, bosques, selvas, desiertos, montañas, cañones, grutas, fauna, flora y demás bienes de la tierra, recursos que si no se cuidan terminan por degradarse y hacerse inútiles no sólo para la actividad turística sino para todas las demás. Cuando encontramos en nuestro país decisiones incorrectas en el planteamiento de las construcciones turísticas que agreden a los ecosistemas o contaminación de ríos, lagos, mares y hasta carreteras o ciudades con desperdicios industriales y de consumo, la reflexión de un líder mundial como Francisco es imperdible y muy digna de tomarse en cuenta.


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