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Si usted piensa visitar la nieve en los próximos meses, tal vez quiera darle vueltas a la idea de Utah. El vecino estado de Colorado ha sido predilecto de los mexicanos que gozan dándole una probadita al tiempo frío, pero ahora hay paquetes y vuelos sin escala hasta Salt Lake City. Desde ahí se llega en menos de una hora por carretera a la mayoría de los centros de esquí de Utah, situados mucho más cerca que lo está, digamos, Vail de Denver.
Pero la verdadera atracción es la nieve. Utah asegura que tiene “the Greatest Snow on Earth” (la Mejor Nieve de la Tierra), lema que ha registrado como propio y lo proclama en las placas de los automóviles. Eso tal vez no sea una simple jactancia. El estado se halla desierto en su mayor parte, el aire está reseco y el Gran Lago Salado absorbe la humedad de los vientos que soplan sobre él. La nieve que cae sobre las Montañas Wasatch está excepcionalmente seca como polvo.
“Esquiar en cualquier otra parte es como esquiar sobre cemento,” dice Susi English, directora de comunicaciones de la Asociación de Esquí de Utah, su opinión puede ser parcial, pero desde luego tiene una buena defensa. “Ni toda la nieve es igual ni todos los vinos son iguales,” asegura ella “Lo que usted consigue en Utah es un producto de cosecha embotellada en chateau.”
En otras palabras: no es un Padre Kino.
Una pregunta más difícil de contestar es la del lugar exacto donde se debe esquiar en Utah. ¿Cuál es el mejor?
En las Montañas Wasatch se apiñan catorce áreas distintas de esquí, tres de ellas dentro de Park City y en sus alrededores, a sólo 50 kilómetros de Salt Lake City. Las demás no están muy lejos. Cada una tiene sus propias instalaciones de alojamiento, cada una maneja sus propios terrenos. Una opción consiste en alojarse en la propia Park City y probar las instalaciones de tres áreas de esquí (Park City Mountain, Deer Valley y The Canyons) con mayor número de telesquíes (46) y de pistas (322) que hasta a un campeón se le pueda pedir que pruebe.
Park City es una ciudad, la única comunidad auténtica en las montañas. Hace un siglo era un pueblo minero, lleno de burdeles y tabernas. Los burdeles, hasta donde yo sé, han desaparecido. Las tabernas se han vuelto “clubes privados”, eufemismo local que encubre las cantinas. La calidad de socio está abierta a todo mundo, a cinco dólares por dos semanas, y el socio puede invitar hasta a tres amigos a que entren con él. Park City tiene quizá dos docenas de esos “clubes privados” junto a más de 100 restaurantes, además de galerías de arte, tiendas de postín e incluso un “centro de venta al público” donde se supone que se consigue toda clase de gangas. Para mucha gente, esquiar es sólo parte de las vacaciones para esquiar.
Otra alternativa sería alojarse en la propia Salt Lake City y viajar por carretera hasta algún sitio como Snowbird un día y el Sundance de Robert Redford al día siguiente. El más viejo de los telesquíes de Utah, abierto en 1938, funciona en una aldea llamada Alta, con instalaciones y precios que han cambiado poco frente a lo que eran hace 60 años.


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