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Esta es la temporada en que las ballenas llegan a pasar su luna de miel frente a las costas de Baja California. El impacto emocional que se recibe al ver ballenas en el mar es indescriptible. Sólo cuando lo vivas comprenderás por qué la gente cruza continentes enteros para ver a esos poderosos animales. Tienen la cara arañada y cuajada de percebes; sus movimientos son elegantes. En las lagunas del Pacífico, algunas de las ballenas tienen la suficiente curiosidad para subir derechitas hasta la misma lancha, dejando que los pasajeros las toquen y les vean la suavidad de sus ojos. El evidente carácter amistoso de estos seres de 15 metros de largo es mucho más asombroso si recordamos que fueron cazados casi hasta su extinción.
Si, la confiada naturaleza de esas ballenas grises estuvo a punto de causar su ruina. Cazadores comerciales masacraron alrededor de 1.5 millones de ballenas de toda clase entre 1925 y 1975, según grupos conservacionistas; las grises sufrieron un golpe especialmente fuerte porque su estadía invernal en las someras lagunas de Baja California las convertía en fáciles blancos. Las pobres ballenas no sólo proporcionaban carne sino aceite para lámparas, hueso para corsés, mangos de cuchillo, cera para jabón, abono fertilizante y algunos de los ingredientes esenciales en la fabricación de perfumes.
Los expertos dicen que unas 15,000 ballenas grises pasan el invierno en las aguas situadas frente a Baja California. En otoño abandonan sus campos veraniegos de alimentación de las aguas del norte del Pacífico próximas a Alaska y nadan hacia el sur, recorriendo tres kilómetros por hora. Dos o tres meses después llegan a las lagunas de las aguas protegidas de San Ignacio, Magdalena y Laguna Ojo de Liebre. Ahí se aparean un año y dan a luz el siguiente.
El propio Loreto (o más concretamente las aguas fronteras a Loreto) es el lugar idóneo para ver ballenas azules, cuyo tamaño con frecuencia llega a ser el doble del de las grises. Son los animales más grandes de la Tierra y tienen el corazón tan grande como un vocho. Las azules también bajan nadando hasta Baja California desde el Ártico. Hasta un centenar de ellas se congregan en torno a las islas fronteras a Loreto, aunque tal vez no sea “congregarse” la palabra adecuada. A diferencia de las grises, las azules son almas solitarias. Lo más que la gente puede tener la esperanza de vislumbrar es una aleta o una cola. En esos sitios también pueden verse ocasionalmente ballenas de aleta y jorobadas.
Se pueden ver ballenas retozando frente a Los Cabos, y los pasajeros de las lanchas de observación de ballenas a veces ven una que salta del agua (no se ha aclarado por qué lo hacen). También Puerto Vallarta tiene expediciones de observación de ballenas en Bahía de Banderas, donde pue­den verse ballenas jorobadas.
Loreto, sin embargo, es el sitio en que se reúne la gente dedicadas a verlos. Esta ciudad, que antaño fue la capital ambas Californias (la Baja y la Alta), fue designada por Fonatur para hacer de ella un importante destino turístico. Aunque eso no ha ocurrido, Loreto es atendido diariamente por vuelos que pasan por Hermosillo y vuelos sin escalas desde la ciudad de México los jueves y domingos. Tiene los mejores hoteles que haya en cientos de kilómetros a la redonda en cualquier dirección. Para belleza y tranquilidad no hay en todo México ningún destino costero que llegue a igualarse a Loreto.


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