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• El estado pasmado ante atrocidades del crimen organizado por ineptitud, corrupción y escandalosos negociazos. Resultado: Pésima situación e imagen de México.
• Pero eso sí: El gobierno quiere más casinos permeables al lavado de dinero que realimentan a la delincuencia.  

Es inevitable referirse a los dolorosos acontecimientos de Iguala, pues aparte de que dañan terriblemente a la actividad turística, (tan sólo Acapulco ha reportado más de 14 000 cancelaciones de reservas en un solo día), ponen de manifiesto la cruda realidad que el gobierno se había empeñado en ocultar: Las instituciones del Estado mexicano simplemente NO están funcionando. El lamentable espectáculo de ver a cuerpos policíacos ayudando al crimen organizado a desaparecer estudiantes rurales de escasos recursos, y la cómplice inacción de los gobiernos estatal y federal en el caso, no sólo han dado la vuelta al mundo, sino que se mantienen como “trend topic” en muchos medios internacionales.
  La ineptitud del gobierno de Peña ni siquiera permite el más elemental decoro, dados los compromisos que tiene con sus empresarios favoritos: Mientras el país está experimentando cada vez más desorden, derivado de las innumerables protestas, producto del descontento y la justificada indignación reinante, sale a la luz pública la escandalosa corrupción del régimen a menos dos años del mandato.
  Una protesta frente al domicilio particular de Peña, en Las Lomas de Chapultepec, sirvió para darse cuenta de que la llamada “Casa Blanca”, es propiedad de una de las empresas que integran el consorcio que fue seleccionado por el gobierno federal para construir el tren rápido a Querétaro, y que ha sido beneficiada por Peña en jugosos contratos tanto en el Estado de México cuando fue gobernador, como ahora que preside la República.
  No hay que olvidar que en esta columna tratamos hace poco el tema del “nuevo” aeropuerto de la Ciudad de México, en donde los tufos de cochupo y corrupción son por demás evidentes, poniendo en riesgo la seguridad de todos los que vivimos rodeados por el escaso espacio aéreo de la capital.
  También es de recordar el nuevo avión de Peña, que todos los mexicanos pagaremos a más del triple de su valor de mercado: Desde luego que es una muestra más del escandaloso dispendio que caracteriza la gestión del de Atlacomulco, en aras de que sus favoritos se hagan de recursos del erario: ¿O cómo explicar que AeroMéxico compre el mismo avión a una tercera parte del precio al que lo compra el gobierno de Peña, o que el “Air Force One” de Obama cuesta la mitad, y eso que este último está diseñado para sobrevivir hasta una debacle nuclear planetaria?
  Todo esto pone de manifiesto que México se ha quedado muy atrás en la consideración mundial, pues mientras que el Estado mexicano es ejemplo de corrupción y de instituciones rebasadas, incluso un país tan pequeño como Uruguay nos pone el ejemplo de sobriedad: El Presidente de aquella nación hermana, va y viene a todos lados manejando, el mismo, el coche que compró con su peculio: Un popular “Vochito” azul celeste modelo ´87.
  Tan famoso se ha hecho el “Vochito” aludido, que ya ha recibido ofertas millonarias de dólares, incluso de jeques árabes para adquirirlo, que, de aceptarse, se destinarán a comprar bienes necesarios para todos los uruguayos. ¡Qué lección de adusta austeridad republicana! Esto sólo es comparable a la del inmortal Juárez, a quien la no menos grande Margarita Maza, le zurcía con sus propias manos la desgastada levita que usaba casi todos los días.
    Vive México tiempos amargos, en el que el mal gobierno, coludido con unos cuantos monopolistas y favoritos, están tan entretenidos en robar el petróleo, las playas y todo lo que puedan del patrimonio nacional, que no les importa cumplir con la primigenia razón de ser del Estado, y que no es otra que garantizar la seguridad y la paz de todos los ciudadanos, condición imprescindible para el turismo: Tan es así, que en estos momentos, en que se debería hacer todo por controlar al crimen organizado, Peña Nieto, a través de su Secretaría de Gobernación y de los diputados títeres de los mercaderes de la adicción casinera, pretenden echar más gasolina al fuego de la descomposición social fomentando el lavado de dinero en las salas de apuesta, mediante una nueva ley a la medida de los casineros TELEVISA y Hank Rohn. Así, mientras todo México exige seguridad, ¡Peña nos da casinos!      


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