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La comida es una de los grandes atractivos de Puebla. Los restaurantes de mayor elegancia están allá en la Avenida Juárez, que le harán recordar a Insurgentes Sur. ¿Quiere lechón o lasaña? Los puede encontrar aquí.
En lo personal prefiero el Barrio de los Sapos. Lleva al Paseo de San Francisco y a su Corredor Gastronómico, que es donde usted puede cenar chalupas y mole y encontrar chiles en nogada en cualquier mes del año.
Los Sapos es en Puebla lo que antaño fue la Rive Gauche en París. Para su negocio, los bares y bistrós dependen de los estudiantes y de los que quisieran ser estudiantes. Aunque los juniors de Puebla y sus amiguitas expresan su desdén, los jóvenes extranjeros que vienen a estudiar español en Puebla aprenden en Los Sapos frases que no se enseñan en la escuela. De día, la plaza es el sitio adecuado para curiosear en busca de antigüedades.
A los poblanos les gusta jactarse de que la cocina mexicana nació en Puebla. Nada de tacos ni tamales, dicen con desdén, sino platos de verdad exquisitos, como el mole y los chiles en nogada. Los cafés al aire libre en los soportales frente a la Catedral encantan y deleitan a los gourmets viajeros. Junto a los manjares, probablemente también procederán de Puebla los platones en los que se sirven. La ciudad se inició produciendo cerámica y sigue siendo famosa por sus azulejos.
Tal vez fue Puebla la primera comunidad de este país en la que los españoles se asentaron con la intención de permanecer en ellas. En otros lugares los conquistadores llegaron a saquear, con la idea de quedarse poco tiempo y volver a casa ricos.
Los frailes misioneros que venían tras ellos quisieron salvar almas, pero no pensaron, ni mucho menos, en la nueva tierra como un lugar donde se pudieran echar raíces. Sin embargo, en el lugar donde se alza Puebla, los ángeles, según la leyenda, exhortaron a los monjes a edificar una ciudad, y de ahí viene su nombre, en realidad Puebla de los Ángeles, que los políticos locales han tratado de convertir en Angelópolis.
Los primeros colonos fueron traídos de la región española de Talavera, famosa por su cerámica y sus azulejos. No tardó Puebla en adquirir renombre por su cerámica y sus azulejos.
Gran parte de los azulejos entraron en la edificación de iglesias, capillas, monasterios y la catedral. De todos modos, exageran los guías cuando dicen a los turistas que en las calles de Puebla hay una iglesia en cada esquina. Solamente lo parece.
Antigüedades y cerámica es lo que se compra en Puebla. Antigüedades, cerámica y dulces para los niños que ustedes dejaron en Africam. Tal vez habrán ustedes de sobornarlos si pretenden hacerles volver a casa. Pero antes no se olviden de callejear por El Parián y el Barrio de los Artistas. Saldrán de ahí con tesoros que jamás creyeron necesitar.
Ahí lo tienen, pues. Puebla es un sitio para dormir, beber, comer e ir de tiendas que no se parece en nada al hogar. ¿Qué más pueden ustedes desear para un fin de semana?


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