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Hawai forma parte de los Estados Unidos pero sus habitantes no son los “típicos norteamericanos”. En su mayoría parecen ser japoneses o descendientes de japoneses. Otros podrán ser chinos, samoanos o malayos. Admitir eso suena a racismo y no es políticamente correcto, pero lo primero que observas es la escasez de individuos con genes europeos. Igualmente escasos son los hawaianos indígenas.


Los japoneses son dueños de dos de cada tres hoteles de Hawai. La mayoría de los huéspedes vienen de Japón. El turismo es la mayor industria de las islas. La defensa es la segunda industria en tamaño. El gobierno de EE.UU. mantiene más de 100 bases militares y navales en las seis islas. Los cínicos se burlan de que su principal misión sea defender a Japón. El propio Japón gasta bastante poco en defensa, y según añaden los cínicos, se debe a eso que los japoneses puedan permitirse el lujo de vacacionar en Hawai.
En la bahía llamada Pearl Harbor hay dos barcos que ofrecen una explicación más válida. Uno es el casco hundido del acorazado Arizona, destrozado por los japoneses en aquel famoso ataque de 1941. El otro es el Missouri, al que subieron los japoneses cuando se rindieron en 1945. En la subsiguiente ocupación militar los norteamericanos obligaron a los japoneses a que renunciaran a la guerra y a la tenencia de un ejército permanente. Los norteamericanos los defenderían. Eso puede sonar a humillación, pero les ha ahorrado a los japoneses una gran cantidad de dinero.
Los norteamericanos trajeron a los japoneses a Hawai. Los propios norteamericanos llegaron en un principio hace unos dos siglos en barcos balleneros. Ellos y otros extranjeros recibieron una calurosa bienvenida, sobre todo porque traían consigo manufacturas que los hawaianos codiciaban. Los hawaianos, por su parte, no tenían ningún concepto del pecado, y eso encantaba a los marineros extranjeros. Con bastante rapidez y en forma muy literal fue concebida una nueva raza. Enfermedades como el sarampión diezmaron la antigua.
Tras los balleneros llegaron misioneros protestantes de los Estados Unidos. También los misioneros se sentían atraídos por esa ausencia del concepto de pecado. Estaban resueltos a abolirla. De cierta manera se las arreglaron para vestir a las doncellas hawaianas casi desnudas y convencerlas de que el baile de la hula era malvado. Uno de los misterios de la vida es por qué los hawaianos no procedieron a hervir y comerse a los misioneros.
Los misioneros traían consigo esposas para producir nuevas generaciones, vástagos más devotos de su bienestar que de hacer el bien. Los vástagos se enriquecieron cultivando azúcar y piña. Los japoneses, y también los chinos, fueron importados para que trabajaran en sus plantaciones.


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