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• Contra-reforma energética y turismo.

Cuando esto se escribe se está discutiendo en el Congreso la iniciativa mal llamada “reforma energética” precedida por un verdadero aluvión propagandístico del gobierno federal y de la enorme mayoría de los medios de comunicación, que han logrado adormecer a la mayor parte  de la sociedad.
La profusión de inexactitudes, verdades a medias y mentiras vertidas por la propaganda son francamente insufribles para cualquiera medianamente informado: Basta someter al análisis los estruendosos mensajes en los que se dice que con la “reforma energética” los combustibles “bajarán de precio”.
Cualquier transportista turístico sabe que el diesel y la gasolina tienen un precio que refleja un enorme subsidio. Si la producción de esos carburantes ya no lo hace PEMEX en exclusiva, es lógico que el subsidio desaparezca y por lo tanto los precios automáticamente subirán.
También sabe todo hotelero que las tarifas de electricidad tienen un subsidio importante, sobre todo para los consumidores residenciales, la eliminación del mismo desde luego que hará subir los costos, y ya sabemos que un gran dolor de cabeza para todo hotelero o restaurantero es cubrir los recibos de energía y combustibles que se requieren para operar aires acondicionados, equipo y calderas.
Para ver los efectos que traerá la tan cacareada “reforma” no hace falta ser profeta, solo hace falta voltear a ver el vía crucis que atraviesan todos los días las líneas aéreas para pagar el gas-avión  y la turbosina: Éstos combustibles carecen de subsidio y se han convertido en el principal costo de las aerolíneas, impactando directamente en las tarifas que se deben cobrar a los viajeros.
Hasta los taxis turísticos y los simples taxis de calle se verán afectados negativamente: Gasolina más cara implica dejadas más onerosas, que pueden desincentivar el desplazamiento de los turistas hacia restaurantes, atractivos o diversiones.
Si a todo esto sumamos el incremento de impuestos, y la reducción en las deducciones en restaurantes por concepto de comidas de negocios,  acordado en la “reforma hacendaria”, veremos claramente que los efectos combinados de las iniciativas legislativas peñistas sobre la actividad turística son desde luego perjudiciales.
Todo lo anterior podríamos considerar afectación directa que experimentarán los establecimientos turísticos, pero la indirecta será aún más grave y permanente: El ingreso que recibe PEMEX por concepto de petróleo es cercano a los 120 mil millones de dólares al año. Gran parte de ese dinero lo toma el gobierno federal y con él cubre cerca del 40% de su presupuesto. Presupuesto que sirve para hacer y mantener escuelas, hospitales, carreteras, servicios públicos, etc. Con la entrada de compañías extranjeras, las utilidades del petróleo serán para ellas y, por lo tanto, ya no se contará con la renta petrolera completa, lo cual ocasionará que el gobierno tenga menos dinero del petróleo para financiar su presupuesto. Resultado: menos dinero disponible para inversiones y gasto públicos, con lo que la atención a la población será necesariamente reducida, impactando negativamente en el nivel de vida de la enorme mayoría de los mexicanos: Todos los profesionales de la actividad turística sabemos que a menor nivel de vida menos actividad turística de una población.
Si a todo lo anterior sumamos el hecho de que el petróleo se constituye por sí mismo en un recurso cada vez más estratégico, y que las compañías petroleras extranjeras son poderosos y despiadados entes, capaces de impulsar motines, guerras y demás lindezas cuando están en juego sus intereses, es verdaderamente de lesa patria volver a dejarlos entrar, cuando en una epopeya histórica que sirvió de modelo a muchísimos países, el Presidente Lázaro Cárdenas con tanto trabajo las sacó.
Es entonces muy lamentable y de funestas consecuencias para todas las actividades económicas, incluyendo el turismo, que Peña insista tanto en dejar entrar a las transnacionales del petróleo, para hacer negocio privado a costillas de un recurso que nos pertenece a todos los mexicanos, eso no es una reforma, es a todas luces una contra-reforma, es decir, un enorme retroceso.


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