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a• La venta de playas a extranjeros es de lesa patria, pues equivale a vender casi la mitad del territorio nacional.
• Sería como permitir que los extranjeros fueran propietarios de las superficies combinadas de los estados de Chihuahua, Sonora, Coahuila, Durango, Chiapas, Baja California, Baja California Sur, Quintana Roo y Yucatán.
• El senado no debe aprobar esta aberración pues supondría una pérdida territorial similar a la sufrida en los tiempos de Santa Anna.

La Cámara de Diputados, en sospechoso madruguete y furtivo ”fast track”, aprobó reformas al Art. 27 Constitucional a efecto de permitir que los extranjeros puedan adquirir propiedades en  los litorales y en las franjas fronterizas, anulando la prohibición de adquirir el dominio directo de inmuebles en una franja de cien kilómetros de las fronteras y de 50 en las costas.


Con tal medida, se ponen a disposición de los extranjeros 986 200 km2, es decir, casi la mitad del territorio nacional, que es de 1 964 375 Km2, pues hay que recordar que el área de litorales que hasta ahora protege el Art. 27 es de 556 100 Km2, mientras que el de las franjas fronterizas es de 430 100Km2


En comparación, el estado de Chihuahua, que es el más grande del país, tiene una superficie de sólo 245 962 Km2  
Si el Senado ratifica la modificación  apuntada, los extranjeros, de alto poder adquisitivo en comparación con los nacionales, terminarán adueñándose de la mayoría de las propiedades en las franjas fronterizas y en los terrenos con playas del país, pues es claro que el poder adquisitivo es tremendamente dispar: Mientras en México existe un salario mínimo diario de apenas 5 dólares, en Estados Unidos es de por lo menos 64.
Para ilustrar la disparidad en poder de compra inmobiliario, considérese el ejemplo de un pequeño terreno en la costa de  220m2 con un valor de 34 000 dólares. Sin gastar en otra cosa, el mexicano necesitaría trabajar  ¡más de 18  años! para poder comprar ese terreno, mientras que el estadounidense lo podría adquirir en apenas 1 año y cinco meses.   
Además, los extranjeros pueden contratar créditos e hipotecas en sus países de origen con tasas de interés cercanas al 3%, que son una fracción de las tasas de interés que cobran los bancos asentados en México (13%),  por lo que los nacionales están en clara desventaja. Así que no nos extrañe que, poco a poco, pero inexorablemente más de la mitad del territorio mexicano pase a manos extranjeras en los próximos años.
La iniciativa vendepatrias fue presentada por el diputado Manlio Fabio Beltrones, con la innegable complacencia de Enrique Peña Nieto y de la Secretaria de Turismo Claudia Ruiz Massieu Salinas (sobrina de su tío). Hay que recordar que Beltrones es un conocido salinista, involucrado en un sinnúmero de truculentas operaciones políticas desde el funesto sexenio 88-94, en el que se empezaron a privatizar muchísimos bienes y riquezas nacionales. Pero ahora, el grupo salinista pretende despacharse con una cuchara extra grande, pues ser el instrumento mediante el cual se pone a disposición de los extranjeros casi la mitad del territorio del país, implicará para  sus secuaces en este acto de lesa patria pingues ganancias: Seguramente veremos el boom de innumerables agencias inmobiliarias apadrinadas por los impulsores de tan nefasta iniciativa apresurándose a vender en girones el territorio nacional aledaño a fronteras y litorales.
¡Ya hasta Santa Anna quedó chiquito ante este nuevo grupo de corruptos! Por lo menos Santa Anna pudo haber alegado en su defensa que él perdió territorio después de haber peleado una guerra, pero Beltrones y sus secuaces lo están haciendo de mil amores: Están operando motu propio con agentes de intereses extranjeros para que México pierda territorio. Eso no puede calificarse salvo como acción de vendepatrias.
Es relevante recalcar también, que las consecuencias para los hoteleros nacionales serán funestas, pues si cada vez más casas y condominios estarán en manos de extranjeros, estos preferirán rentarlos desde sus propios países a bajo precio  a sus conciudadanos, haciendo competencia desleal a la hotelería convencional.   
Es asimismo importante hacer notar que, por su especial forma geográfica, (alargada o en forma de cuenca) algunos estados del país, principalmente los localizados en las penínsulas de Baja California y Yucatán, así como los del Golfo de México, y varios del Pacífico podrán ver áreas completas de su territorio en manos de extranjeros, separándolas en la práctica del resto de su superficie y del país. Las implicaciones estratégicas desde el punto de vista militar y de soberanía serán fatales para México: ¿Quién puede garantizar que las propiedades de extranjeros en costas y fronteras no serán utilizadas en contra de los mexicanos?  
Por la importancia del tema, se ha anexado un mapa en el que puede verse coloreada la magnitud del despojo que pretende perpetrarse. Nótese en el mapa el tamaño relativo de los estados del país, y como  muchos de ellos en la práctica desaparecerían. Nótese además como las áreas más sensibles de perderse serían las islas, (ejemplo Cozumel), y los estrechos (veáse la unión de Sonora y Baja California o el caso de Campeche) que podrían pasar enteros a ser propiedad de extranjeros.
También hay que hacer notar que derivado de cuestiones culturales, la gran mayoría de la población mexicana habita en el altiplano, relativamente lejos de las costas, lo cual implica que los extranjeros que compren en las costas ejercerán cada vez una mayor influencia económica, política y social en esos terrenos, llegando en muchos casos a ser mayoría: ¿Cuánto tardarían los extranjeros instalados en las costas en ser determinantes para poner o quitar presidentes municipales, gobernadores y muchas otras autoridades de acuerdo a sus intereses?
Además, mucha de la población mexicana en las costas es de condición muy humilde, muchos de ellos indígenas, que desde luego serían fácilmente manipulados, engañados y acosados para despojarlos de sus tierras, con lo que la desigualdad y la pobreza irremediablemente se acentuarían.
Todo lo anterior repetiría el proceso perverso que se dio en el siglo XIX, cuando se perdió Texas y luego la mitad del territorio, fundamentalmente porque se permitió el establecimiento de colonos estadounidenses, que luego se sublevaron y se anexaron a Estados Unidos. Esa negra historia bien podría repetirse: Es sabido que los pueblos y los gobiernos que no conocen su historia habrán de cometer los mismos errores del pasado.
No permitamos que eso suceda: Participemos para convencer a los senadores de que no aprueben tal aberración. Informes Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.


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