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• Nuevo sexenio: ¿viejas prácticas?
• ¿Otra vez la improvisación?
• El beneficio de la duda.


Estas líneas se escriben precisamente el día en que arranca el nuevo periodo presidencial, y como se sabe, los cambios siempre traen por lo menos la ilusión de que algo puede mejorar. En las presentes circunstancias de nuestro país, dejar atrás al “Sexenio de la Muerte” puede ser un aliciente suficiente como para ver las cosas con optimismo: Por lo menos puede esperarse que la necia obstinación de Calderón ya no nos seguirá llevando por el desfiladero de una absurda guerra que sólo trajo al país dolor, violencia, más de 90 000 muertos y mala imagen internacional, sin afectar realmente la producción y proliferación del narcotráfico, que siempre contó con la venia calderonista hacia los casinos, que como se sabe dan amplia oportunidad para el lavado de dinero, con lo cual se demuestra claramente que nunca se tuvo realmente una estrategia eficaz, y que sólo se utilizó la supuesta guerra para efectos mediáticos y para satisfacer los delirios de un gobernante con graves cuestionamientos de legitimidad.

Así las cosas, cabe esperar que cualquier cambio debiera ser positivo, aunque otra vez no puede hablarse de legitimidad plena, a más de que los priistas cargan con el fantasma de un pasado reciente no tan positivo, si recordamos las tropelías, cochupos e infames privatizaciones compadriles del salinato y del zedillato, que amenazan revivir con Peña Nieto.

Considerando lo anterior, hay que hacer un gran esfuerzo para otorgar el beneficio de la duda, pero lo correcto es hacerlo sin dejar de señalar las legítimas dudas que se puedan tener a priori, pues en la mayor parte de los casos, los gobiernos federales priistas trataron al turismo con suma frivolidad: Hay que recordar que como secretario(a)s de turismo desfilaron en su oportunidad toda clase de improvisado(a)s, que simplemente estuvieron ahí para llenar el expediente, tales como la amante de López Portillo, el busca-fuero (para evadir la justicia) Espinoza Villareal, la inepta y nefasta pro-casinera Silvia Hernández, o varios otros que llegaron a SECTUR por rebote político, sin desde luego saber nada de la actividad, ya que por increíble que parezca NUNCA el titular de SECTUR ha sido egresado de una escuela de administración turística, hecho que ya de por sí explica gran parte de las pifias que se han cometido en esta estratégica actividad.     

El actual nombramiento de Claudia Ruiz Massieu Salinas es por lo menos inquietante, aún si dejamos de lado sus vinculaciones familiares: Es Licenciada en Derecho por la Universidad Iberoamericana y tiene un posgrado en ciencia política, a más de ser, según lo publicado por el equipo de Peña, candidata a doctor en derecho público y filosofía jurídica. Ha sido subsecretaria del Movimiento de Vinculación Ciudadana de la Confederación Nacional de Organizaciones Populares (CNOP) y Vicepresidenta de la fundación Colosio D.F; Fue Diputada Federal en la LXI legislatura. En 2006 fungió como coordinadora de Asesores del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad, de la Secretaría de Seguridad Pública Federal (SSP).

De 2006 a 2008 se desempeñó como coordinadora de Planeación, Desarrollo e Innovación Institucional de la Procuraduría General de la República (PGR); y  recién en agosto de este año se integró al equipo de Enrique Peña Nieto para coordinar el equipo que elaborará la iniciativa para crear la Comisión Nacional Anticorrupción.

Como el lector podrá constatar, en ninguna parte de su currículum aparece el menor indicio de contacto con la actividad turística, lo que inevitablemente nos lleva a recordar las tendencias priistas antes apuntadas. Esperemos, sin embargo, a ver su desempeño.


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