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Hace menos de una hora cambiamos de presidente.

Yo sé que mucha gente celebró la terminación del sexenio de Calderón como si llegara el año nuevo, pero también mucha gente ha recibido al nuevo gobierno con preocupación e incluso desprecio.

Creo que México está más polarizado que nunca y con las emociones a flor de piel como pocas veces se ha visto en nuestro ambiente político
: Algunos lloran lo que otros festejan. Unos muestran júbilo y otros pesadumbre. Y muchos otros no ven ni a los que salen ni a los que entran como opción digna.

En nuestra todavía titubeante democracia necesitamos darnos cuenta que no basta con elegir a nuestro gobernantes, también necesitamos demandar de ellos que cumplan con sus funciones. El proceso de elección dura pocos meses, pero la demanda, la exigencia por hacer lo correcto, debe durar seis años.

Yo no soy partidario de partidos o tendencias políticas específicas. Creo que mi país necesita una amalgama de ideas diferentes y contratantes que permitan el progreso y modernidad sin descuidar el desarrollo social y sin olvidar nuestras raíces. Como dijo un gran político chino: "No importa que el gato sea negro o pardo, sino que se coma a los ratones."

Pero así como tomo los cambios políticos con muchas reservas, donde no tengo reparos es en presumir que soy un ferviente admirador y enamorado de México, mi México.

Al final de cuentas, mi México es tanto más grande que las opciones políticas que lo cobijen o aflijan (según el punto de vista). Pero si deseo al nuevo gobierno el mayor éxito posible, en beneficio de todos los mexicanos y de México, nuestro México.


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