Advertisement
El Oro, en el estado de México, se ha graduado de haberse auto designado “pueblo de encanto” a ser oficialmente un Pueblo Mágico y, quizás mejor todavía, puede comenzar la extracción de oro otra vez.
Cuando se proclama una comunidad como un Pueblo Mágico, la secretaría de Turismo requiere que la gente de la localidad coopere para hacerla más atractiva. Los fondos son proporcionados para la compra de los materiales que son necesitados, pero los habitantes mismos deben proporcionar el trabajo. Cavan las zanjas para que cables aéreos puedan ser enterradas bajo tierra. Las calles ya han sido repavimen­tadas. El Palacio Municipal  y el Teatro de Juárez han sido pintados. El pueblo también ahora tiene un hotel bastante decente donde el IVA no es cargado a menos que un huésped insista en una factura. Y El Oro es el único lugar en México con un restaurante en un auténtico coche comedor ferroviario. Las compañías mineras introdujeron el ferrocarril, pero los trenes ya no llegan.
El oro en El Oro había sido trabajado en alhajas por los Mazahuas antes de la Conquista. Los oro-buscadores españoles se establecieron  en El Oro hasta 1772. Aún entonces faltaba la tecnología para alcanzar las ricas venas del mineral en la profundidad de la tierra. El Oro nunca igualó a Guanajuato, Zacatecas o San Luis Potosí.
Como Susana Mendoza explicó en el Museo Minero, la turbulencia durante la mayor parte del siglo XIX no favoreció la inversión en la minería. Con Porfirio Díaz, el clima cambio. Y cambio otra vez, no durante la Revolución, pero después. Las hordas de Zapata buscaron tierra y libertad, pero aparente­mente no oro. Mientras los Zapatistas nunca agarraron El Oro, muchos trabajadores dejaron las minas para unirse con “la bola”.
Las corporaciones inglesas pagaron a sus trabajadores poco, pero más de lo que podrían haber ganado en ninguna otra parte. Sin embargo, eso no fue suficiente. Los sindicatos llegaron durante los años veinte, huelgas fueron organizadas, y después llegaran los recaudadores de impuestos. Los ingleses se fueron, tomando su maquinaria y los edificios con ellos. Hoy hay muy poco para ver en el Museo Minero excepto fotografías y multitud de diferentes rocas. Bien, también puedes mirar abajo en tiros que se vuelven negros antes de que puedas ver el fondo, unos 300 metros abajo. No sólo el oro fue extraído en El Oro, sino también la plata, el plomo y el zinc. Cuando se fueron los ingleses, los mineros sin empleo formaron una cooperativa, esperando volver a los buenos viejos días, pero les falto tanto la tecnología como el capital necesario. También, según la Srta. Mendoza, el mineral más rico ya había sido extraído. Esto puede explicar por qué El Oro fue tal pueblo fantasma en 1966.
Ahora, con el precio del oro y otros minerales más alto que nunca, una compañía cana­diense ha estado investigando y hay rumores de que algunas minas viejas quizás sean abiertas otra vez. Y ahora que ha sido declarado un Pueblo Mágico, El Oro espera que más turistas lleguen y regrese la  prosperidad.


Turistampa
Todos los derechos reservados ® 2023 [email protected]