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• Historia y desarrollo de los cruceros.
• Su importancia para el turismo.

Una de las actividades turísticas que más dinamismo ha presentado en las últimas décadas es la de los viajes en crucero. Conviene detenerse a analizar algo de sus antecedentes:
Los cruceros pueden definirse como viajes realizados en barcos de pasajeros, a cualquier parte del mundo, motivados por el ocio, siendo una forma de turismo única, diferente y especial de conocer países y regiones muchos de ellos difíciles de acceder por otros medios de transporte.
Cuando en 1835 apareció el primer anuncio de crucero en el periódico Shetland Journal para visitar Escocia, Islandia y las Islas Feroe, nadie presagiaba el éxito que tendría esta modalidad de turismo.
La primera compañía en salir al mercado se creó en 1837 en Stromness por Arthur Anderson y Brodie Wilcox con el nombre Peninsular Steam Navigation Company, que más tarde se convirtió en P&O Cruises.
Naturalmente, esta iniciativa llamó la atención de grandes inversionistas, y en 1840 Samuel Cunard fundó la Cunard Line para realizar transatlánticos desde Liverpool hasta Halifax, Nueva Escocia, Canadá. Una de las grandes hazañas de ingeniería naval y, quizás, el gran éxito en estos años fue la botadura en 1912 del Titanic, hundido en su quinto día de viaje al chocar con un iceberg. Aunque un año antes había realizado su viaje inaugural su gemelo -algo menor-, el Olympic.
A partir de 1920 se convirtió en un "deber" para masas sociales de altas esferas, y se consideró el viaje de moda y dotó de una identidad propia al crucero como símbolo de relajación, de exclusividad, de entretenimiento y de calidad.
Debe aceptarse, sin embargo que hasta este momento el crucero se consideraba un medio de transporte y la gran mayoría de las compañías que lo ofrecían eran conocidas como “líneas de vapores”, es decir, salvo excepciones, el viaje en crucero no se vendía por si mismo sino por trasladarse de un lugar a otro.
Después de la Segunda Guerra Mundial y con el advenimiento de la aviación intercontinental las líneas de vapores resintieron la competencia de un transporte aéreo cada vez más seguro, más eficiente y más económico para, por ejemplo, cruzar el Atlántico. Esto ponía en una disyuntiva cada vez más complicada a las compañías navieras que precisamente habían creado el concepto de buque “trasatlántico”. Muchos avizoraron el fin del negocio naviero para pasajeros.
Por fortuna muchos de los empresarios navieros se dieron cuenta que la salida a esta crisis era convertir el viaje en barco en una experiencia en sí mismo: Se dieron cuenta que el dotar a las embarcaciones de amenidades y entretenimientos variados y hacer escalas en lugares interesantes podría convertirse en un motivador del viaje: Es decir, algunas navieras comprendieron que su futuro no era competir con el avión sino reconvertirse para constituir a la embarcación en una atracción por sí misma, al punto que en muchas ocasiones los destinos del barco han llegado a convertirse en secundarios, lo esencial es seleccionar el barco con las amenidades más variadas.
Así las cosas muchos barcos que originalmente fueron construidos como “trasatlánticos”, es decir como medios de transporte, fueron gradualmente reconvertidos en hoteles y centros recreativos flotantes en los que cada vez se ofrecían más actividades y oportunidades de esparcimiento.
Ya para los años setentas del siglo pasado las compañías navieras habían pasado a ser líneas de cruceros e iniciaron ya no la reconversión de antiguos barcos de transporte, sino la construcción de naves específicamente diseñadas para ser cruceros de placer. A partir de entonces se ha verificado una espectacular competencia entre las líneas de cruceros para ver quien ofrece el crucero más grande, el más exclusivo o el que ofrezca mayores distracciones, amenidades, espectáculos o gastronomía.
Es indudable que millones de personas en el mundo han sido impactadas favorablemente por el impetuoso crecimiento de la actividad de cruceros y es previsible que el “boom” continúe: Hoy en día  existen cerca de 280 navieras (marítimas y fluviales) que ofrecen casi 30.000 cruceros a unos 2.000 destinos, ofreciendo una variedad muy amplia de itinerarios, barcos, tarifas, etc. capaces de adaptarse a las necesidades de cada pasajero                
En México la actividad de cruceros por desgracia no ha recibido el impulso necesario: Es inverosímil que teniendo tantos miles de kilómetros de costas no se haya desarrollado ni una sola empresa de cruceros mexicana, y aunque en lustros recientes se ha verificado un crecimiento en la visita a puertos mexicanos de líneas de cruceros internacionales, el calderonato lo echó todo a perder: Los problemas de violencia generados por la absurda “guerra” contra el narco, han ido ahuyentando dramáticamente a los barcos: Otra de las lindezas turísticas que debemos al fatídico sexenio que para bien del turismo en general y del generado por los cruceros en particular, ojalá que ya se acabe, y podamos ver la recuperación en nuestro país de esta actividad tan atractiva para los viajeros.


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