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La AFEET es una asociación de un enorme prestigio y trayectoria que siempre se ha distinguido por llevar las cuentas claras y de esa forma conservar las amistades largas.
Recientemente esta asociación de mujeres ejecutivas del turismo tuvo que enfrentar una situación que potencialmente podría haber dañado su imagen ante algunos protagonistas claves de la industria turística. Pero una vez que la AFEET estuvo al tanto de la situación, haciendo lo que muy pocas asociaciones se atreven a hacer, en vez de tratar de tapar el sol con un dedo decidieron tomar el toro por los cuernos y llegar a la solución que más convenía a los intereses y prestigio de la asociación.
En este caso particular la decisión que se tomó fue no aceptar a la presidenta recién nombrada e incluso llamar a nuevas elecciones, lo cual culminó en que Alicia Terán de Ortega se queda como presidenta nuevamente.
Para los pocos de nosotros fuera de la AFEET que estábamos bien enterados de la situación, la resolución de la misma resulta no solo necesaria, sino ejemplar, y el que Alicia quede como presidente beneficiará a la asociación al interior y al exterior.
Nuevamente son las mujeres las que han puesto el ejemplo de cómo se deben arreglar las situaciones que potencialmente podrían dañar a un grupo de gran trayectoria y trescendencia.
No es ningún secreto que otras asociaciones prefieren tapar el sol con el dedo a enfrentar situaciones que si bien resultan incómodas, el no hacer nada al respecto disminuye el prestigio y efectividad de la asociación.

• Retos y tentaciones de la nueva secretaria de turismo.
• ¿Otra vez escuchar a los mismos para hacer lo mismo?

La nueva secretaria de turismo, Claudia Ruiz Massieu Salinas, anunció que se llevará a cabo una reestructuración de la dependencia, cosa que fue celebrada por algunos representantes del sector privado de la actividad, quienes consideraron que la reestructuración debe ser orientada a la “competitividad”.
También se destacó que se buscará adecuar la estructura de SECTUR a las nuevas atribuciones y obligaciones que tiene la dependencia en razón de la ley de turismo vigente desde el año 2009 y que no se ha materializado ni siquiera en el reglamento correspondiente. Entre las obligaciones que no se han atendido está la de ordenamiento territorial en los destinos turísticos y la clasificación de servicios turísticos, sobre todo en el área de hospedaje.
Es de esperarse que SECTUR finalmente elabore el reglamento de la Ley de Turismo y que se lleven a cabo los cambios que se requieren para su correcta aplicación. Pero por otro lado es preocupante que una vez más la nueva administración de SECTUR se limite al trillado trato con los mismos interlocutores de siempre: La estrecha visión de quienes han sido titulares de SECTUR siempre ha limitado el diálogo a un círculo muy estrecho de auto-nombrados “interlocutores” de la actividad turística, que sólo representan a los empresarios del sector, lo cual desde luego limita las posibilidades de crear una Secretaría de Turismo realmente innovadora: Se deja de lado y consideración el punto de vista de muchos actores del turismo que potencialmente tienen la capacidad de realmente impulsarse a través de la actividad. A guisa de ejemplo cabe mencionar que no tenemos noticia de que SECTUR haya tomado nunca en cuenta a las organizaciones campesinas, ejidales o de comunidades indígenas del país, a pesar de que la enorme mayoría de los atractivos naturales con los que cuenta México están situados precisamente en tierras ejidales o comunales. No es de extrañar entonces, que cuando se pretende establecer un nuevo centro turístico, lo primero que se hace es expropiar los terrenos ejidales con lo cual se margina y despoja a la población local, en lugar de integrarla como socia de la actividad turística. Esto desde luego trae como consecuencia un verdadero divorcio entre la comunidad receptora y la actividad turística, que conlleva necesariamente la profundización del subdesarrollo.

• Nuevo sexenio: ¿viejas prácticas?
• ¿Otra vez la improvisación?
• El beneficio de la duda.


Estas líneas se escriben precisamente el día en que arranca el nuevo periodo presidencial, y como se sabe, los cambios siempre traen por lo menos la ilusión de que algo puede mejorar. En las presentes circunstancias de nuestro país, dejar atrás al “Sexenio de la Muerte” puede ser un aliciente suficiente como para ver las cosas con optimismo: Por lo menos puede esperarse que la necia obstinación de Calderón ya no nos seguirá llevando por el desfiladero de una absurda guerra que sólo trajo al país dolor, violencia, más de 90 000 muertos y mala imagen internacional, sin afectar realmente la producción y proliferación del narcotráfico, que siempre contó con la venia calderonista hacia los casinos, que como se sabe dan amplia oportunidad para el lavado de dinero, con lo cual se demuestra claramente que nunca se tuvo realmente una estrategia eficaz, y que sólo se utilizó la supuesta guerra para efectos mediáticos y para satisfacer los delirios de un gobernante con graves cuestionamientos de legitimidad.

Así las cosas, cabe esperar que cualquier cambio debiera ser positivo, aunque otra vez no puede hablarse de legitimidad plena, a más de que los priistas cargan con el fantasma de un pasado reciente no tan positivo, si recordamos las tropelías, cochupos e infames privatizaciones compadriles del salinato y del zedillato, que amenazan revivir con Peña Nieto.

Considerando lo anterior, hay que hacer un gran esfuerzo para otorgar el beneficio de la duda, pero lo correcto es hacerlo sin dejar de señalar las legítimas dudas que se puedan tener a priori, pues en la mayor parte de los casos, los gobiernos federales priistas trataron al turismo con suma frivolidad: Hay que recordar que como secretario(a)s de turismo desfilaron en su oportunidad toda clase de improvisado(a)s, que simplemente estuvieron ahí para llenar el expediente, tales como la amante de López Portillo, el busca-fuero (para evadir la justicia) Espinoza Villareal, la inepta y nefasta pro-casinera Silvia Hernández, o varios otros que llegaron a SECTUR por rebote político, sin desde luego saber nada de la actividad, ya que por increíble que parezca NUNCA el titular de SECTUR ha sido egresado de una escuela de administración turística, hecho que ya de por sí explica gran parte de las pifias que se han cometido en esta estratégica actividad.   

• La reelección de Obama, nuestros paisanos y el turismo.

Es incuestionable que lo que sucede en Estados Unidos generalmente tiene algún tipo de efecto en nuestro país, no en balde compartimos más de 3 300 kilómetros de frontera, siendo además este límite internacional el más importante del mundo en términos de número de cruces con más de 50 millones al año, cruces responsables de  las transacciones fronterizas más cuantiosas del globo y de la mayor parte de uno de los comercios internacionales bilaterales más grandes del orbe.

Por todo lo anterior, los acontecimientos electorales en nuestro vecino del norte revisten gran importancia, sobre todo por las especiales características del actual mandatario estadounidense: Es indudable que un personaje histórico como Barack Obama despierta al interior de los Estados Unidos pasiones y hasta odios impresionantes. No hay que olvidar que si Obama hubiera vivido de niño en cualquiera de los estados sureños de la unión americana habría sufrido discriminación racial sancionada en leyes locales que la estipulaban en restaurantes, hoteles, transportes, sanitarios, escuelas y otros negocios y servicios.

• El ocio como esencia del turismo.
• Su valoración ética.

A veces es necesario recordar cuáles pueden ser los motivadores esenciales de una actividad, y en materia de viajes es imprescindible hacer esta valoración teórica para efectos de una correcta interpretación del fenómeno turístico y de sus implicaciones sociales, económicas y culturales. Del mismo modo esto resulta muy importante para la planeación de la actividad turística de una localidad e incluso de un país, así como para orientar los esfuerzos de mercadotecnia turística tanto a nivel micro como en una perspectiva agregada.
Empecemos por establecer que, en razón de su motivación, los viajes pueden ser “heterocondicionados” o “autocondicionados”. Los primeros se originan por causas que no dependen estrictamente del deseo del viajero, sino que la motivación es básicamente externa. El mejor ejemplo es el viaje de negocios, (nec-otium en latín), este tipo de viajes se realizan en razón de una necesidad productiva, es decir, es un viaje que “tiene que hacerse”. En la misma categoría de viajes motivados externamente al puro deseo del viajero estaría el viaje por cuestiones de salud, o los viajes motivados por compromisos familiares o sociales.
En contraste, los viajes autocondicionados, implican que el viajero es motivado por el puro deseo de utilizar su ocio para algo que encuentra placentero o de su gusto. Es decir, son viajes motivados esencialmente por el ocio. En este punto ya puede encontrarse una primera gran división de los motivadores del viaje: Existen viajes motivados por el negocio, esto es la negación del ocio, y viajes motivados por el ocio.  


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