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Categoría: Análisis Turístico

Por Daniel Olivares Villagómez.

Difícil sustraerse al tema impuesto por los medios de comunicación, en relación a los llamados feminicidios y a la vorágine feminista suscitada. Conviene analizar por tanto la situación de la mujer en el sector turístico, recordando que entre las actividades que más apoyan el papel de la mujer en el área profesional está precisamente el turismo. Según ONU Mujeres, el turismo emplea una porción más alta de personal femenino que cualquier otro sector económico. Y sin duda, el sector tiene el potencial de contribuir a una mayor igualdad y al empoderamiento de la mujer. Es destacable que la industria turística es el segundo empleador en términos proporcionales de mujeres en el país, sólo detrás del sector educación y salud, así, el 60% del empleo turístico lo ocupan mujeres (5 millones de féminas). Además, existe el doble de posibilidad de ser empresarias en este sector que en otro. Esto es muy importante si se considera que, a nivel general, 4 de cada 10 mujeres forman parte de la fuerza laboral del país.

La existencia de muy destacadas organizaciones como la Asociación Femenil de Ejecutivas de Empresas Turísticas (AFEET), pone de manifiesto sin lugar a dudas, la relevancia de la aportación de la mujer en el ámbito directivo del turismo. Así, puede afirmarse que el turismo es, sin duda, una de las actividades con mayor potencial de desarrollo para las mujeres en nuestro país. También es muy pertinente señalar que ese desarrollo se ha venido dando de manera armónica y en cooperación con el sector masculino de la actividad. En efecto: el turismo es ejemplo de relación constructiva entre hombres y mujeres, pues, en general, están ausentes los estériles enfrentamientos entre sexos.

Esto debiera ser ponderado, ahora que por desgracia está de moda exacerbar los ánimos e incluso crear un ambiente de psicosis colectiva, que busca neciamente enfrentar a las mujeres con los hombres, olvidando el hecho de que el ser humano es una especie única, incapaz de sobrevivir sin el concurso de ambos sexos. Las muy lamentables atrocidades y hechos delictivos a los cuales se les ha hecho una proyección mediática inusitadamente escandalosa, deben ser ponderados adecuadamente: Son anomalías muy extrañas, si se comparan con el grueso del comportamiento de la población del país. Son obra de poquísimos individuos desequilibrados que de ninguna forma pueden representar a la mayoría de los hombres o de las mujeres de México. Empero, hay ya un clima de estéril enfrentamiento, que, si no se cuida, puede desembocar en legislación y en políticas públicas implantadas con base en la irreflexión, en la desconfianza y hasta en el odio. Sobre todo porque los excesos no sólo no se están castigando, sino que pareciera que se están premiando: Hace unos meses en este espacio se destacó la brutalidad con la que fueron atacados monumentos históricos, en sí mismos atractivos turísticos, por parte de quienes se dicen feministas, fue de tal dimensión el daño que hasta la fecha y después de casi tres meses, nuestro querido “Ángel de la Independencia”, símbolo de la Ciudad de México e ícono del país, sigue cubierto e invisible para los visitantes, por continuar en trabajos de restauración.

Así que no está de más un llamado a la serenidad y a la reflexión: Sólo unos cuantos hombres y mujeres en México están a favor del odio de género, la enorme mayoría somos normales individuos que estamos a favor de la concordia.