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                                                  12 de febrero de 2020.

Por Daniel Olivares Villagómez.

  • “Puentes” y conmemoraciones cívicas.
  • El saber decir “No”.

Se manifestó la voluntad presidencial de que en los calendarios laboral y escolar se eliminen lo que coloquialmente se conoce como “puentes” en algunas fechas cívicas importantes.

El asunto es de gran relevancia para el turismo y merece el concienzudo análisis de todos los involucrados. Algunos apuntes pueden ayudar a ponderar la cuestión: Hay que recordar que derivado de nefastos estilos gerenciales y costumbres de explotación, provenientes del pasado colonial, el tiempo libre del que goza la mayoría de los mexicanos es escasísimo: Existen muchos patrones que consideran “normal” el que sus empleados tengan la jornada laboral que “sea necesaria”, sin importar que ello implique estar 10, 11, 12 o más horas en el trabajo. Los empleados “de confianza” del sector estatal, por ejemplo, simplemente no tienen horario: Saben que deben estar antes de las nueve de la mañana en su trabajo, pero nunca saben a que hora van a salir, pues a capricho del jefe, que frecuentemente llega a “acordar” a las 5 de la tarde, muy bien pueden despedirse de su oficina a las 10, 11 o 12 de la noche. Un reciente análisis de la OCDE, que incluyó a 38 países, mostró que los mexicanos tienen las jornadas laborales más extensas del mundo, pues promedian 2 225 horas por año. En comparación, en Corea del Sur se labora un promedio de 2 069; en Rusia y Chile 1 974; en Turquía 1 832; en Estados Unidos, 1 783; en Japón 1713; en Reino Unido 1 676 mientras que en Alemania 1 363.

Los mexicanos, además de trabajar las jornadas más largas, también están sujetos a uno de los regímenes vacacionales más mezquinos del mundo: sus vacaciones mínimas pagas legales son de menos de 10 días, lo mismo que ocurre en Nigeria, Japón y China, por ejemplo. En cambio, Brasil ofrece un mínimo de entre 20 a 23 días, para no hablar de Europa en donde los franceses, por ejemplo, tienen 30 días hábiles. Ante este panorama se llega al extremo de que, en la práctica, si un trabajador mexicano promedio quiere enojar a su jefe, basta con que le pida tomarse los días de vacaciones que le correspondan: La indignación del jefe será mayúscula porque ¡él tampoco toma vacaciones! Si a esto se suma el hecho de que los salarios en México son de los más bajos del mundo, la perspectiva es atroz: El salario mínimo está en 191 dólares mientras que en Brasil está en 230, 245 en Perú, 253 en Argentina, 318 en Chile, 605 en Grecia, y 1119 en Estados Unidos.

Es verdad que es necesario que estudiantes, trabajadores y los mexicanos todos recordemos y conmemoremos respetuosamente los hechos históricos, pero puede hacerse retomando la costumbre en centros educativos y laborales de realizar una ceremonia alusiva: Es necesario supervisar que en las escuelas privadas, muchas de ellas totalmente extranjerizadas y que conmemoran más lo histórico de otros países, se refuerce lo nacional, y que en fábricas oficinas y comercios también se haga: Los “Jóvenes Construyendo el Futuro” muy bien pueden organizarlo; los medios de comunicación deberían también ayudar; Pero los fines de semana largo deben permanecer, sobrada es la evidencia de que han dinamizado mucho a la actividad turística, permitiendo la programación de días de asueto susceptibles de aprovecharse para viajar. Imprescindible es que el Secretario de Turismo, Miguel Torruco, se mantenga en el “No”, y que de paso procure que el día de asueto sea el viernes y no el lunes, así todos ganamos.  


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