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De trenes, aeropuertos y supuestos presupuestos

Cuando se analiza a fondo el desempeño de los gobiernos mexicanos en los últimos años, específicamente hablando del sector turístico, es posible darse cuenta que uno de los graves problemas de nuestro país no ha sido tanto la cantidad de los recursos disponibles, sino su administración.

No tenemos el tiempo ni el espacio para presentar un análisis más a fondo, pero si se compara el presupuesto turístico de México de los últimos cuatro sexenios con el de otros países de vocación turística, el dinero manejado en México para promoción y operación turística a nivel oficial ha sido superior en promedio al de otros países, y en algunos casos muy superior.

En el turismo mexicano, como en muchas otras áreas de nuestra economía, la corrupción ha mermado enormemente el alcance de los recursos. Si a eso le añadimos que muchas veces la gente responsable del manejo de los recursos no solamente era tramposa sino además incompetente y a veces también apática, pues el resultado era promoción en muchos casos de una mediocridad patente.

Ahora, necesitamos aclarar que en las administraciones turísticas pasadas siempre hubo personas capaces y con ganas de hacer las cosas bien, pero, o duraban muy poco en sus cargos o los ponían en lugares y con responsabilidades donde no podían hacer uso de su total capacidad.

Cuántas veces hubo funcionarios del CPTM, por ejemplo, que con muy pocos recursos y personal hacían maravillas en otras países para tratar de dar a conocer a México. Y eso lo hacían mientras que en la sede del CPTM y de las Secretarías de Turismo estatales y federal el dinero se gastaba compulsivamente en cualquier cosa.

En el sexenio de AMLO ya se sabe (como se sabía desde hace años) que el Secretario de Turismo va a ser Miguel Torruco Marqués. Miguel tiene ganas de hacer bien las cosas (lo cual no es garantía de que las va a hacer bien) pero por lo menos para empezar tiene muchas ganas de hacer las cosas bien.

De inicio, incluso antes de ser Secretario de Turismo, ya hay dos temas que están causando polémica: la construcción o no del nuevo aeropuerto de la Ciudad de México, y el tren maya, cuyo plan incluye no solamente construirlo sino hacerlo más grande.

En cuanto al aeropuerto, ha habido muchos comentarios de los turisteros, la mayoría a favor de la construcción del mismo. Viendo las cosas con la mente fría, aunque todos tenemos el deseo de contar con un nuevo aeropuerto que esté a la altura de los que encontramos en las principales ciudades del mundo, la verdad es que el terreno que se escogió para construir el nuevo aeropuerto no es el adecuado, y eso no solamente dificultará y retrasará la construcción, sino que además hará el mantenimiento carísimo, de hecho, incosteable.

Si hace años, cuando se hizo la Terminal 2 del aeropuerto actual, se hubieran hecho las cosas bien, se podría haber tomado esa oportunidad para hacer un aeropuerto que nos sirviera por varios años. Pero las cosas se hicieron mal y no solamente se construyó una terminal espantosa sino poco funcional y con muchos locales que hasta la fecha no se han ocupado. De la Terminal 1 ni hablemos, la manita de gato que le dieron no solamente fue costosísima sino  poco funcional y estética.

Sin querer resultar polémicos, pensamos que el nuevo aeropuerto, si se va a parar la obra, todavía está a tiempo de pararse, y si no, se deben de reconsiderar muchas de las cosas que se están haciendo antes de continuar adelante. Pero les podemos garantizar que el mantenimiento será tan costoso que tarde o temprano se tendrá que aumentar los impuestos en los boletos de avión, sin duda.

En relación al tren, ese es un plan del que hemos platicado con Torruco y otros turisteros y no es mala idea extenderlo para ayudar a una zona del país que necesita mucha ayuda. La ruta original incluye Cancún, Tulum y Bacalar en Quintana Roo, y Calakmul, Campeche y Palenque en Chiapas. Ahora AMLO y por lo tanto Torruco buscan extenderlo a Escárcega, Candelaria, Xpujil y a la capital de Campeche, así como a Mérida y Valladolid en Yucatán. En otras palabras, que el beneficio del tren no solamente llegue a destinos pujantes y establecidos, sino a otros que necesitan un gran empujón.

Esa no es mala idea, pero eso nos lleva al tercer problema polémico que ya existe antes de que la administración exista: ¿De dónde va a salir el dinero para hacerlo?

El supuesto uso que se hará del presupuesto turístico sería enfocarlo en esta obra. Eso suena muy complicado y poner tantos huevos en una sola canasta podría dañar al turismo ya existente, sobretodo al que proviene del extranjero.

En fin, son preguntas que se van a ir contestando en los próximos meses, lo que sería bueno es no juzgar a priori el desempeño de la siguiente administración, ya que hay cosas que podrían sorprender gratamente al país. En un momento tan importante y crucial en la historia de México, el beneficio de la duda es recomendable. Ya muy pronto veremos si sí, o si no.


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