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• “Nuevo aeropuerto” vs. Sistema Aeroportuario
del Valle de México.
• Un aeropuerto que irremediablemente
se hundirá de una forma u otra.
• De los creadores del socavón hay que temer el “socavión”.


La revista “Proceso” recientemente publicó varios reportajes que detallan la crisis hídrica, y la “transa inmobiliaria” que ya se está desatando por la construcción del “nuevo” aeropuerto de la Ciudad de México, advirtiendo de la enorme contaminación de suelos y aguas que se está generando, e incluso llamando la atención acerca de la participación de traficantes de gasolina robada como proveedores de los camiones que están moviendo el material de la construcción, sin que ninguna autoridad intervenga.
Por su parte, Carlos Slim, uno de los monopolistas beneficiados desde el sexenio de Salinas, realizó una conferencia de prensa para sumarse al golpeteo mediático en contra del candidato presidencial puntero en las encuestas y defender el proyecto, en el que desde luego participa con las empresas “Carso Infraestructura y Construcción” y “Fomento de Construcciones y Contratas”  participación que según él  le representa “sólo el 4% de los ingresos del total de mis empresas”. (Se estima que el magnate gana 50 millones de dólares diarios, por lo que el aeropuerto “sólo” le produciría 2 millones al día, de ahí su “desinteresada” conferencia de prensa.)
Por su parte, Morena difundió que el proyecto original iba a costar 169 mil millones de pesos, pero que ya subió a 250 mil millones, derivado de la corrupción y de los problemas de suelo: La simple barda perimetral construida por la Secretaría de la Defensa Nacional se encareció 89%,  detectándose  dos empresas “fantasma” (Sebastián Barragán, “Aristegui Noticias”, 24 de marzo de 2018). Mientras que el Instituto de Ingeniería de la UNAM estima que el suelo se hunde de uno a dos metros por año, por lo que los costos de mantenimiento subirán exponencialmente con el tiempo. Además, “El Universal” publicó el 18 de marzo pasado que según la Corte Interamericana de Arbitraje y Conciliación Ambiental, el proyecto daña la flora, la fauna y la calidad del agua.(Nota de Emilio Fernández).
El proyecto contempla la destrucción de tres excelentes pistas, patrimonio de la nación, con valor de 85 mil millones de pesos: Las dos del Benito Juárez y una de la Base de Santa Lucía, incompatibles con las  dos civiles y una militar que pretenden construirse en la primera etapa, pues sus respectivas trayectorias se cruzan.
Ante tanto dispendio que sólo tiene como objetivo hinchar las carteras de los funcionarios corruptos, de los especuladores y de los monopolistas, como la del propio Slim, es más racional manejar dos terminales como se hace en muchas ciudades del mundo: Londres tiene 4 aeropuertos, Nueva York, Paris, La Bahía de San Francisco y Moscú tienen 3, mientras que Tokio, Buenos Aires, Milán, Roma, Hamburgo, Berlín, Belfast, Houston, Rio, Sao Paulo y Frankfurt, por solo mencionar algunas grandes urbes, tienen 2.
La alternativa llamada “Sistema Aeroportuario del Valle de México, SAVM”, implica hacer una terminal de pasajeros en Santa Lucía con dos pistas comerciales adicionales que darían alivio al Benito Juárez. La ventaja es que no hay que cambiar uso de suelo y el mismo es firme, con lo que miles de millones de pesos se ahorrarían en la construcción y sobre todo en el mantenimiento. Se cuentan con 2 800 hectáreas y las nuevas instalaciones sólo usarían 19.5% del total. Aparte de que las vialidades nuevas necesarias son sólo de 5 kilómetros para conectar con el Circuito Exterior Mexiquense, en una primera etapa, además que se contempla un sistema de transporte para conectar ambos aeropuertos.
El comparativo es elocuente:
250 mil millones y sólo 3 pistas con huella profunda de destrucción ecológica, 6 años de tiempo de construcción y destrucción de las pistas y terminales ya existentes del “nuevo” aeropuerto, contra sólo 70 mil millones de pesos para tener  5 pistas, mucho menor impacto ecológico, y sólo tres años de tiempo de construcción.
La racionalidad del SAVM versus la insensatez derivada del corrupto interés, el derroche, la especulación y el daño ecológico irreparable del “nuevo” aeropuerto es innegable en el análisis, pero claro, los monopolistas y los medios de comunicación que dominan, quieren ser partícipes del festín de gastos multimillonarios, pues entre más dispendioso sea el proyecto y sobre todo su onerosísimo mantenimiento, ellos más ganan.
Por eso están prontos a defender el derroche, pues les beneficia directamente que  los creadores del tristemente célebre socavón ahora nos tengan preparado el “socavión”.


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