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Categoría: Análisis Turístico

• Los dos 19 de septiembre y el turismo.

  Los muy lamentables hechos del nuevo 19 de septiembre trastornaron entendiblemente todo el andamiaje social de la Ciudad de México y de varios otros estados del país, sobre todo por la conjunción con el sismo del 7 de septiembre, sus réplicas y otros desastres naturales de temporada. Dentro de la enorme tragedia que representa el embate sísmico, cabe, para los que tenemos la edad suficiente para haberlo vivido, la comparación con el primer 19 de septiembre. Los treinta años de cultura de protección civil que generó el primer 19 de septiembre es indudable que dieron sus frutos.

  Con profundo respeto, pues cada pérdida es única, irreparable e importante, y cotejar este tipo de cifras es desde luego muy frío, son elocuentes las diferencias: Apenas en 2015, y gracias a la digitalización en el Registro Civil, se reveló que la cifra exacta de víctimas mortales en 1985 llegó a 12 843 (ver Excélsior 17/09/2015), mientras que en este 2017 no se espera que  rebase el umbral de algunos cientos en todas las entidades afectadas. Esto a pesar de que los fenómenos fueron muy similares en su capacidad destructiva, pues aunque la magnitud del último sismo fue ligeramente inferior al del 85 (8.1 contra 7.1 Richter), la intensidad (otra dimensión medida por los especialistas y que da idea de su potencial de daño en razón de la aceleración que alcanza) fue mucho mayor: 58.83 centímetros sobre segundo al cuadrado (cm/s2), mientras que el terremoto de 1985 registró una aceleración máxima de 32.58 cm/s2. En términos mucho más profanos: El que esto escribe nunca había sentido un sismo tan fuerte y eso que vivió los dos 19 de septiembre en el mismo lugar.   

  Los indiscutibles avances en protección civil (inexistente en el 85), reglamentos de construcción, protocolos para enfrentar las emergencias, así como el natural progreso de la tecnología, incluidos los dispositivos electrónicos, han permitido una mucho mejor actuación de los tres órganos de gobierno y de los medios de comunicación, además de una más ordenada y eficiente participación solidaria de la sociedad.

  Todo lo anterior es muy importante para la actividad turística, pues a diferencia del 85 hoy se puede dimensionar y ubicar mucho más rápido el daño y empezar a atacar frontalmente la percepción del siniestro, pues en 1985 tardó muchísimo la recuperación: Recuerdo por ejemplo que en noviembre del 85 estuve en Los Cabos y en mi hotel mi compañerita de la escuela y yo éramos los únicos huéspedes. La explicación que nos daban era “el temblor”, a pesar de que en la Península ni se sintió y de que ya habían pasado dos meses de la tragedia.
 
 Por eso es importante que en el comunicado emitido por el Consejo de Promoción Turística de México (CPTM) del pasado 20 de septiembre, se  resaltó el que “De acuerdo a los hechos, no hay razón alguna para que los visitantes cancelen sus planes de viaje a México.” pues la mayor parte de los atractivos y equipamiento en las zonas afectadas están funcionando normalmente, mientras que es enorme el panorama de las zonas no afectadas. Los aeropuertos de la Ciudad de México y de Puebla sólo suspendieron 4 horas el servicio, básicamente por protocolos de precaución.

  Es indudable que habrá de trabajarse mucho para remontar las cifras de ocupación y la percepción negativa que dejaron los sismos: La Ciudad de México pasó entendiblemente en unos cuantos días de tener una ocupación hotelera de 65 a sólo 10%, pero es razonable esperar que la recuperación será mucho más rápida que en el 85 y el CPTM ya está trabajando en el diseño de una estrategia para decir a todos que “México está de pie”.

En la próxima entrega esta columna retomará la prometida continuación del  análisis del “nuevo” aeropuerto de la Ciudad de México y que se interrumpió por razones de actualidad y, nunca mejor dicho, de lamentable fuerza mayor.