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Categoría: Alrededor del turismo

Bohemio y barato, Puerto Escondido se asienta sobre la costa de Oaxaca, a casi cinco horas en coche de Acapulco hacia el sur o dos horas hacia el norte de Huatulco. Pero Puerto Escondido no es para todo el mundo. Las vistas cautivadoras del Océano Pacífico conviven con montones de basura, los perros callejeros retozan en la playa, y una siesta a la orilla del mar se verá seguramente interrumpida por una cadena de vendedores que pregonan cualquier cosa desde un cóctel de camarones hasta joyería de fantasía y “su nombre en un grano de arroz”.


A diferencia de Huatulco, no hay planes para un “nuevo lanzamiento” de Puerto Escondido. Una carretera de peaje a través de la Sierra Madre, en construcción para beneficio de Huatulco, seguramente traerá cambios en la vida a lo largo de toda la costa oaxaqueña. De momento, sin embargo, las cabras siguen pastando cerca de las calles de Puerto Escondido, el desarrollo es caótico y se desconocen los elevadores.
Los surfistas —extranjeros en su mayoría— descubrieron Puerto Escondido en los años sesenta cuando ni la carretera ni la pista de aterrizaje estaban pavimentadas. Las lánguidas olas que rompen en la playa de Zicatela atrajeron a los surfistas. Surfistas, es preciso explicar aquí, se refiere a una especie extraña que dedica su, a veces corta, vida a desplazarse en las olas sobre una tabla. El verano —julio y agosto— es la mejor temporada para practicar el surf, pero los novatos vienen todo el año.
En Puerto Escondido también se encuentran quienes practican este deporte utilizando su propio cuerpo como tabla de surf, el body-boarding. Con una esterilla de material espumoso y un par de aletas para nadar, esta  variante es tanto más barata como más fácil de dominar que el verdadero surf. Los surfistas tienden a burlarse de los practicantes de body-boarding y ninguno de los grupos les guarda demasiado respeto a los turistas comunes. Aun así, los surfistas y los body-boarders constituyen una atracción turística fundamental.
Aquí, uno se encuentra con docenas, quizá cientos de hombres jóvenes, musculosos, guapos y solteros, provenientes de países de todo el mundo. Esto hace de Puerto Escondido un destino atractivo para mujeres jóvenes soleteras. Y con todas esas jóvenes a mano, se aparecen otros jóvenes más. Hombres jóvenes que nunca se han montado sobre una tabla de surf y que probablemente nunca lo hagan.
La Calle Pérez Gasga —mejor conocida simplemente como El Adoquinado—, cerrada al tráfico de automóviles, es el lugar donde los chicos conocen a las chicas. La mayor parte de Puerto Escondido está apiñado sobre una ladera encima de la carretera costera, pero El Adoquinado llega hasta la playa y ahí se ubican tres o cuatro hotelitos y varios cafés. Se puede escuchar inglés, francés, alemán, italiano y brasileño. Como Playa del Carmen en Quintana Roo, Puerto Escondido ostenta un número insólito de restoranes italianos, abiertos por emigrantes supuestamente seducidos por “Puerto Escondido”, una película italiana rodado en 1992. Algunos comensales hablan español, pero con acento sudamericano. Relativamente pocos chilangos han descubierto Puerto Escondido.