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Categoría: Alrededor del turismo
Un lugar que usted no querrá perderse en Budapest es el Parque de las Estatuas, que muestra, según la frase de los folletos, “Monumentos Gigantescos de la Era de la Dictadura Comunista.” Luego está el Museo del Terror, cuartel general primeramente de los Nazis y más tarde de la policía secreta comunista. Ninguna otra ciudad que yo conozca tiene sitios como estos. Hay, por supuesto, mucho más que ver y disfrutar. En años recientes, Budapest se ha convertido en lo que fue en días de antaño: la cosmopolita y sofisticada capital no sólo de Hungría, sino de la Europa Central. El vestíbulo de mi hotel, el Grand Hungría, podría haber sido escenario de alguna película de los años de 1930, aunque yo lo vi en color.
Me sorprendió que el goulash, el famoso guisado húngaro, no estuviera en el menú de ninguno de los pocos restaurantes que pude degustar (mi visita fue demasiado corta). En Budapest están más de moda la cocina francesa y la italiana. Hungría presume de la fama de sus vinos, pero a mí me sirvieron continuamente tokay, demasiado dulce para mi gusto. Existen tokays secos, pero yo carecía de las aptitudes de comunicación para pedirlos.
El Danubio divide lo que antiguamente fueron dos ciudades aparte, Buda y Pest. Se pueden emplear horas, incluso días enteros en la sencilla exploración de las callejuelas, calles y avenidas de Pest en la orilla oriental, pero una gira panorámica matutina es el mejor medio de vislumbrar por lo menos el ex Palacio Real y la Catedral de Matias donde antes se celebraron las coronaciones en la más pintoresca Buda.
Las giras suelen empezar en el Parque de los Héroes, donde se alzan descomunales estatuas ecuestres de los dirigentes tribales que sacaron a su pueblo de Asia hasta las playas del Danubio. Esa migración puede no haber sido una buena idea. Hungría fue invadida por los mongoles, luego conquistada por los turcos, liberada, absorbida en los imperios de los Hapsburgo, por último devuelta a la independencia en 1918 pero despojada de dos tercios de su territorio.
Esa Hungría mutilada se convirtió en reino sin rey, gobernado por un almirante sin marina (Hungría no tiene costa marítima). Miklos Horthy sirvió en la flota del Emperador Francisco José, cuyas fuerzas fueron derrotadas en la Primera Guerra Mundial. Con la esperanza de recuperar territorios perdidos, Hungría se alineó con Hitler en la Segunda Guerra Mundial, sólo para ser ocupada por los Nazis de todos modos. Cuando llegaron los soviéticos a expul­sarlos, Budapest casi quedó destruida. Entonces los soviéticos se quedaron hasta 1989.
De eso es de lo que trata el Parque de las Estatuas. En 1990 se fueron los soviéticos. Los ciudadanos de Budapest se apresuraron a arrasar con todos los símbolos del medio siglo pasado. Ahora pueden verse – monumentos a Marx, Lenin y el Ejército Rojo – en lo que alguien llamó una “Disney­landia del Comunismo” en este parque a la orilla de la ciudad. Se venden recuerdos de los malos días de antaño. El Museo del Terror, aunque sus cámaras de horrores fueron una vez demasiado reales, me impresionó principalmente por las colas que esperaban a la entrada. Hasta hace poco tiempo era un lugar que nadie quería visitar.