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¿Cómo no se nos había ocurrido? Hacer turismo de fin de semana en la Ciudad de México es una gran idea de los ejecutivos del hotel Galería Plaza, un establecimiento de 5 estrellas que pertenece al Grupo Brisas y es muy consentidor, ubicado en la calle de Hamburgo, en plena Zona Rosa y a sólo unos pasos del Ángel de la Independencia.

 


 

Mi hijo Andrés, mi esposa Sausan y yo nos instalamos ahí desde el sábado por la mañana, cuando nos asignaron una cómoda habitación en el piso 11, que es el piso ejecutivo, con vista al Ángel de la Independencia y con toda la infraestructura y los detalles que pudiéramos necesitar.

El desayuno se sirvió en el restaurante Plaza, en el nivel del lobby, donde disfrutamos de un buffet muy sabroso y variado, con platillos internacionales pero también con ese toque mexicano que tanto nos gusta y que se manifiesta en deliciosos chilaquiles verdes y rojos, chocolate caliente, café de olla, tamales y otras linduras por el estilo.

Después, con toda la mañana por delante, Andrés hizo valer su condición de niño y todos nos dirigimos al PH para visitar la alberca, de apenas 70 centímetros de profundidad y muy apropiada para toda la familia. Se ubica en una terraza muy agradable y con excelente vista de la ciudad, más unas mesas con sombrillas y el amable servicio del Galería Plaza, un sueño, ¿verdad? Luego, una rica comida ahí mismo, en el PH, disfrutando un partido de futbol en pantalla gigante y con una cerveza bien fría en la mano.

Un breve descanso en la habitación y luego Andrés y yo nos enrolamos en un tour de ciudad que nos llevó, en un cómodo autobús, hasta el Centro Histórico, donde nuestros guías, Toño y Celia, nos dieron una buena charla sobre la Catedral, el Sagrario Metropolitano y el Templo Mayor. A mí me resultó de lo más interesante, mientras que Andrés no sólo estaba fascinado por los edificios históricos, sino también porque ahí, en el Zócalo, pululan toda clase de personajes que llaman la atención, desde danzantes tipo prehispánico hasta las últimas versiones de punks, darketos y emos, pasando por vendedores, músicos, manifestantes y un largo etcétera. Muy ilustrativo para sus curiosos ojos de nueve años. Subimos de nuevo al autobús y regresamos por el Paseo de la Reforma hacia el Galería Plaza, donde ya nos esperaban frescos y reconfortantes cocteles en el Business Lounge de nuestro piso 11.

Para la cena, algo más formal, así que bajamos al restaurante Al Vino, donde sirven un filete de res ennegrecido con especias y un filete de salmón almendrado en verdad memorables, así como otras grandes recetas y exquisitos postres. Andrés y Sausan optaron por la tarta de frutas, yo me decidí por el pastel de queso. De ahí, directo a la cama y al extraordinario menú de almohadas con aromaterapia del Galería Plaza: para relajarse, para combatir el insomnio, para no roncar, etcétera.

El domingo, por supuesto, nos levantamos un poco más tarde y, luego de un refrescante baño y de convencer a Andrés de quitarse de la ventana, donde llevaba un buen rato haciendo dibujos del Ángel, bajamos al restaurante Plaza para una nueva visita al buffet, empezando ésta vez con frescas frutas y queso cottage, jugos recién hechos y un omelette preparado al momento, sobre pedido y con los ingredientes que uno elija. Cafecito, pan dulce y una buena charla, ¿qué más se puede pedir?

Otra vez, desde luego, a la piscina, donde Andrés hizo amigos y se la pasó de maravilla mientras Sausan y yo conversábamos con los otros papás y tomábamos un vaso de fresca limonada para mitigar los efectos del sol.

Después de la una de la tarde, otra vez a la habitación, un baño rápido para eliminar el cloro de la alberca y terminar de organizar la maleta. Antes de despedirnos, todavía tuvimos tiempo de conocer el buffet de comida del Plaza, todo un abanico de platillos internacionales: sushi, quesos y carnes frías, salmón ahumado, muy variadas ensaladas, nopalitos con chorizo y cebollitas de Cambray, filete de pescado al ajillo, arrachera, arroz frito estilo chino, rajas de poblano con crema, dos o tres sopas y unos postres sensacionales, tanto que Andrés no podía decidirse, pero al final se comió un mousse de chocolate sensacional. Luego, rapidez y amabilidad en el check out y de vuelta a casa después de una experiencia muy satisfactoria.

 

LOS RECUERDOS

 

* Andrés pegado a la ventana para ver al Ángel de la Independencia.

* Los excelentes buffets del Plaza.

* La cena gourmet en Al Vino.

 

* Andrés disfrutando la piscina.

 

* Un buen tour de ciudad.

* La hospitalidad y la calidez de todos los que trabajan en el Galería Plaza, algo en verdad memorable.


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