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Categoría: Análisis Turístico
• ¿Cuándo tendremos secretari@ de turismo preparad@ académicamente en la actividad?

Desde 1958 en que se creó el Departamento de Turismo por parte del gobierno federal, y aún después de la posterior conversión de éste en secretaría de estado en el año de 1974, se ha venido registrando una constante que no deja de llamar la atención y que en mucho explica el que la actividad turística en nuestro país no goce de la importancia que debiera: Ningún titular del ramo ha provenido de una carrera académica del sector.

En cambio han desfilado una sucesión increíble de personeros curiosos: Desde amantes de expresidentes hasta busca-fueros eludidores de la justicia, pasando por una exgerente  de empresa de cosméticos, exgobernadores, dos exregentes del D.F., y demás improvisados funcionarios listos a acometer cualquier diatriba en nombre del “desarrollo turístico”, que desde luego jamás entendieron, pero que consideraron de fácil realización, pues el turismo, según la importancia otorgada por los gobiernos que ungieron a tan nefastos funcionarios, es una actividad “fácil” que cualquiera puede administrar.    

Obvio es que las consecuencias de tanta improvisación no se han dejado esperar: Han faltado claridad de miras y planeación a largo plazo, mientras se verifica una omnipresente carencia de aplicación de un concepto general de auténtico desarrollo turístico.

En su ignorancia, los improvisados secretarios y secretarias de turismo caen fácilmente en manos de supuestos consultores y charlatanes de toda laya, fundamentalmente extranjeros, que vienen a venderles “planes y programas de competitividad turística” a precio de oro, sin reparar en el hecho de que desde hace mucho tiempo entidades académicas diversas del país han generado cuadros de especialistas preparados con toda la capacidad tecno-científica para abordar el fenómeno turístico integralmente, pero de acuerdo al malinchismo tan en boga, se prefiere absurdamente cualquier cosa proveniente del exterior.

Triste es ver que sexenio tras sexenio, el o la titular del sector debe invertir mucho del tiempo de su gestión en tratar de entender las distintas aristas de la actividad turística, y para cuando se da cuenta de la complejidad del desarrollo turístico, ya se le acabó el mandato o por rebote político tiene que entregar la estafeta a un nuevo improvisado que empieza desde cero.

La consecuencia lógica de tanto desatino es que las transnacionales turísticas hacen su agosto, pues los improvisados funcionarios no aciertan a entender que la actividad, para convertirse auténticamente en palanca de desarrollo, debe ser fundamentalmente de operación nacional y basada en micro, pequeñas y medianas empresas, no en hoteles de grandes firmas extranjeras que acaban mandando a sus matrices las divisas que supuestamente se captan.

En este sexenio, el letrado presidente que nos gobierna, no tuvo empacho en nombrar secretaria de turismo a una pariente del inefable Salinas, como para recordarnos que este sexenio no es otra cosa más que la recargada continuación del nefasto salinato, responsable de la pérdida del patrimonio nacional en manos de favoritos y protegidos. El colmo viene con la iniciativa de vender terrenos fronterizos y costaneros, es decir playas, a extranjeros: ¿A eso se le puede llamar desarrollo turístico?