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Categoría: Análisis Turístico

Latragedia de Acapulco y de las costas en general.
¿Y la secretaria de turismo?


El fenómeno turístico es, por su naturaleza, multifacético, y para su correcto análisis, interdisciplinario: Las causas y efectos que se manifiestan en él van desde las económicas, hasta las políticas, sociales, culturales, medioambientales, tecnológicas o demográficas, por mencionar sólo algunas de las que hemos estudiado los que nos preparamos en la planificación turística.

Si los elementos que conforman el Sistema Turístico no se interrelacionan adecuadamente, los desequilibrios y hasta las catástrofes no tardan en manifestarse. La reciente tragedia que afectó muchos de los estados del país, pero en especial a Guerrero, y en particular a Acapulco, evidencian una vez más lo que no debe hacerse.Aspectos obvios que deberían haber sido considerados, simplemente se ignoraron: En este espacio hemos insistido, en múltiples ocasiones, en el hecho de que si la actividad turística no se realiza utilizando el instrumental planificador las nefastas consecuencias no se hacen esperar.
Desde hace tiempo se ha planteado en esta columna que la voracidad de muchos de los mal llamados “desarrolladores” turísticos que destruyen manglares, invaden reservas ecológicas, burlan los reglamentos de construcción o los planes maestros de desarrollo urbano, son la causa principal de que se construya en lugares que la naturaleza tarde o temprano reclama.
La obsesión de construir fraccionamientos y hoteles a pié del mar o de las riberas de los ríos o cuerpos lacustres no es otra cosa que una bomba de tiempo que tiene sus efectos nocivos cuando menos se espera.
Si a esto sumamos la corrupción que permite lo anterior, y el descomunal crecimiento demográfico derivado de no contar con buenas políticas de población, así como la ausencia de lineamientos claros de ordenamiento territorial, no hace falta ser profeta para visualizar que las tragedias en cada temporada de lluvias se reiterarán, hasta que no se tome conciencia de que la planificación es la única posibilidad de orientar un desarrollo sustentable.
Para colmo de males, el diputado Manlio Fabio Beltrones ha venido  maniobrando para que los terrenos costaneros pasen a propiedad plena de intereses extranjeros, con lo cual la especulación inmobiliaria y el daño ecológico en las playas se verán exponenciados.
Si ya de por sí la falta de planeación, la corrupción y la rapacidad de los especuladores son nefastos, la política de coyuntura fue el colmo: De manera irresponsable, por no decir francamente criminal, el gobierno y muchos medios de comunicación se dedicaron al linchamiento propagandístico de los opositores al régimen, dejando de lado la obligación que tenían de advertir a tiempo a la población y a los turistas para que pudieran evacuar a tiempo. Pero fue más importante despejar el Zócalo a macanazos para que Peña celebrara no sé cuál independencia, si casi toda nuestra economía está en manos extranjeras y hasta  el petróleo y las playas quiere entregar, que tomar las medidas pertinentes para proteger a la población y a los turistas en riesgo.         
Aparte de todo lo anterior es preocupante tener que resaltar una cosa: ¿y la secretaria de turismo? ¡Ni siquiera por ser Acapulco el centro turístico más importante del país se le ha visto u oído! Sería de esperarse que Claudia Ruiz Massieu Salinas mostrara más actividad, aunque solo fuera porque su familia paterna es originaria precisamente del sufrido Acapulco.   
Lamentablemente, el caso del puerto guerrerense es por desgracia emblemático: La rapiña mostrada en los noticiarios que cubrieron la tragedia no es tan diferente de la que han exhibido los especuladores inmobiliarios y los vendepatrias que están enajenando los terrenos aledaños al litoral. Al final, los que más sufren son los mismos de siempre: los pobladores originales que han sido despojados y obligados a vivir en lugares cada vez más vulnerables a los desastres naturales.
La reciente tragedia es, por desgracia, llover sobre mojado, pues ya de por sí Acapulco tiene graves problemas de inseguridad y de imagen, que desde luego se vieron terriblemente agravados con la confluencia de tantos meteoros atmosféricos. Ojalá que este desastre por lo menos sirva para que las instancias de decisión eviten que los depredadores inmobiliarios sigan haciendo de las suyas en perjuicio de todos.