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Categoría: Análisis Turístico

Estado fallido o destructor Vs. Estado de bienestar.
Las implicaciones para el turismo.
Coincidiendo con el advenimiento de las políticas neoliberales en México, desde hace 27 años hemos sido testigos del paulatino pero sistemático deterioro del nivel de vida de los trabajadores y de los estratos medios. Esto se debe fundamentalmente a que los salarios reales han ido estrepitosamente a la baja, pues uno de los ejes de la política neoliberal es disminuir los salarios para favorecer a unos cuantos grandes empresarios. Un estudio del Centro de Análisis Multidisciplinario de la UNAM documenta que entre 1986 y 2006 la inflación se disparó en más de 3000%. Esto ha influido en que cada vez los salarios puedan adquirir menos cosas: Por ejemplo, en 1986 con el dinero de un salario mínimo se podían adquirir 27 kilos de tortilla, mientras que en 2010 con un mínimo sólo pueden adquirirse 6.5 kilos.

Tan solo en el gobierno de Calderón entre diciembre de 2006 y mayo de 2010, la pérdida del poder adquisitivo fue de 47.1%. En ese lapso el costo de la Canasta Alimenticia Recomendable aumentó 93%, mientras que el salario mínimo solo creció 17%. Todo esto implica una de las caídas más brutales del ingreso en el mundo, pues en mayo de 2010 las familias trabajadoras de México podían adquirir 39% menos alimentos que al inicio del calderonato.
Hay que recordar que según el INEGI 5 millones 422 mil 647 trabajadores ganan el salario mínimo o menos, y como todos los salarios en México tienen como referencia el salario mínimo, todos los salarios tienden a ser bajos;  el propio INEGI señala que más de la mitad de los mexicanos que trabajan obtienen menos de tres salarios mínimos. También es ilustrativo que el auto-llamado presidente del empleo ha hecho que se pierdan un millón 212 mil puestos de trabajo, pues entre enero de 2006 y enero de 2010 el desempleo creció 79%.
No es de extrañar entonces que la desigualdad sea rampante: En 2009 el ingreso de las 25 familias más ricas del país ¡era equivalente a lo que percibían 25 millones de mexicanos!
En general esas 25 familias son las que han sido favorecidas con privatizaciones y que financian las campañas sucias contra la izquierda: Carlos Slim, Emilio Azcárraga, Ricardo Salinas Pliego, Roberto Hernández, Claudio X. González, Germán Larrea, Alberto Bailleres, Gastón Azcárraga, los Vázquez Raña y unos cuantos más no se han hecho ricos por mérito propio sino por haberse coludido con los últimos gobiernos de quienes han obtenido concesiones mineras, televisoras, TELMEX, Mexicana de Aviación para saquearla, bancos, consolidación de su monopolio papelero, uso de infraestructura creada por el estado a precios irrisorios etc.
Las implicaciones de esta situación para el mercado nacional y para el turístico en particular son desastrosas: Para cada vez mayor número de mexicanos es más difícil obtener la canasta mínima recomendable, y por lo tanto la potencial caída en actividades antisociales y delictivas es cada vez más una realidad. Si a esto sumamos que el gobierno calderonista se ha dedicado a una estéril y mal llamada “lucha contra el narcotráfico” que lo único que ha exacerbado es la inseguridad y la mala imagen del país veremos claramente que la situación es terrible para los asalariados.
Estamos pues ante un verdadero estado destructor y fallido: Destructor porque el patrimonio nacional ha venido siendo saqueado y entregado a esos cuantos favoritos que actualmente lo concentran en su exclusivo, egoísta y mezquino beneficio, mientras se oponen rabiosamente a cualquier medida que pudiera beneficiar a los más pobres. Destructor porque está entregando gran parte del patrimonio nacional a extranjeros mediante contratos de riesgo o similares en inconstitucionales artilugios en el sector energético y en la minería. Destructor porque está acabando con el poder adquisitivo de los trabajadores y con sus sindicatos independientes, condenándolos a la pobreza. Pero además es destructor y fallido porque está acabando con el tejido social en las fronteras y en muchas otras regiones ciudades y centros turísticos del país en donde ya no se sabe quién gobierna.
Urge pues pensar seriamente en enfrentar este tipo de políticas económicas que ya demostraron ampliamente su ineficiencia y que amenazan verdaderamente con acabar con el país. Urge modificar radicalmente el modelo económico y avanzar hacia un verdadero Estado de Bienestar con rostro auténticamente humano, en donde lo que importe es precisamente el ser humano y no las desorbitadas, injustas e inmerecidas ganancias de unos cuantos oligarcas protegidos por el gobierno federal. No sólo la actividad turística, sino la actividad económica general mucho ganarían si el salario se recuperara y los mínimos de bienestar se extendieran a todos los mexicanos.
A eso se le llama desarrollo.