Por Daniel Olivares Villagòmez.
- Crecimiento de la actividad.
- Nubarrones de la percepción de inseguridad.
- Comportamiento mafioso de los taxistas de Cancùn.
El ingreso por el gasto total de los visitantes internacionales a México fue de 8 mil 338 millones de dólares en el primer trimestre de 2023, cifra 23.1% superior a los 6 mil 771 millones reportados en el mismo periodo del año anterior y la más elevada de la que se tenga registro para dicho lapso, de acuerdo con el INEGI. Del total de visitantes que ingresaron al país en los primeros tres meses del año, 10 millones 59 mil fueron turistas internacionales, es decir, viajeros residentes en el extranjero que pernoctan en México, cuya cantidad fue 17.3% mayor a los 8 millones 575 mil del año anterior, pero 2.3% menor a los 10 millones 300 mil del primer trimestre de 2020. En el caso de los turistas de internación (viajeros residentes en el extranjero que avanzan al interior de México) sumaron 6 millones 765 mil durante el periodo enero-marzo de este año, cifra 17.3% superior a la observada un año antes.
En cuanto al Producto Interno Bruto Turístico se ha incrementado sustancialmente: un 9.3% en el rubro de bienes turísticos y un 15.5% en los servicios, detalló el instituto autónomo en su reporte con base en cifras interanuales. El consumo turístico creció un 16.7% anual el año pasado, con aumentos de 14% en el turismo domèstico y de 30.3% en el receptivo.
Las cifras reflejan claramente la recuperación del sector turístico tras la pandemia de Covid-19: México registró 38.3 millones de turistas internacionales durante 2022, un 20.3% más que en 2021.
Definitivamente el panorama general es alentador para empresarios, prestadores de servicios y personal del ramo, aunque el aspecto negativo, como siempre ha sido en los últimos años, lo constituye la cuestión de la percepción de inseguridad en algunas localidades turísticas, pues la reiterada publicación de alertas de viaje por el Departamento de Estado norteamericano, pone el punto en la llaga de un problema generalizado que aunque no crece exponencialmente, tampoco cede espectacularmente, lo que afecta negativamente la imagen de varias regiones y localidades turísticas. El propio Cancùn, y la Rivera Maya han sido escenarios de actos violentos que desde luego perjudican a la actividad. En esa zona también se suma a la mala imagen la notoria conducta mafiosa de los taxistas de Cancùn, acostumbrados a abusar del turismo y comportarse grosera y hasta violentamente para defender lo que ellos consideran su coto exclusivo, sobre todo en lo que se refiere al artificialmente onerosísimo traslado del aeropuerto a la ciudad o a la Zona Hotelera, donde la agrupación de taxistas arropada por las autoridades aeroportuarias mantiene tarifas leoninas e incurre sistemáticamente a actos de intimidación o franca violencia en contra de los taxistas de aplicación, cuyos miembros y organizaciòn han sudado la gota gorda en inacabables y desiguales batallas jurídicas, así como en enfrentamientos directos provocados por las agresiones de que son objeto por parte de la perniciosa mafia de taxistas, que ya incluso ha obligado a la sociedad civil a manifestarse en contra con movimientos como el de “Un día sin taxi”.
No es de extrañar el hecho de que si no se atienden estos dos problemas, medulares para la buena imagen turística de México, se corre el riesgo de ahuyentar a los visitantes.
