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Categoría: Agencias

Es imposible hablar sobre las personalidades que han formado parte importante de la historia del turismo en México, sin que vengan a la mente los rostros idénticos de los hermanos Enrique y Ricardo Felgueres, quienes hace 50 años, exactamente el 13 de marzo de 1965, iniciaron una de las empresas de turismo más prestigiosas del país, la agencia de los Viajes Insólitos y de los Viajes del Año. La empresa que abrió las puertas turísticas bien cerradas de muchos países que antes era inimaginable visitar.

TURISTAMPA, a manera de muy merecido homenaje, se dio a la tarea de escarbar en su histórica hemeroteca privada para traer a la luz extractos de entrevistas realizadas a través de los años a los hermanos Felgueres y ayudados por la señora Oliva, esposa del recordado Ricardo, realizamos este reportaje.
Todo empezó cuando Enrique nació y treinta minutos después lo hizo Ricardo. No sólo eran igualitos físicamente, sino que también eran idénticos en sus actos, pensaban, actuaban y reaccionaban de la misma manera. Tenían los mismos gustos y disgustos, su pensamiento también era el mismo. Todo igual hasta en su forma de vestir, por eso era difícil distinguir quien era quien y por eso mismo, la sociedad Felgueres era simplemente perfecta.
Cuando eran niños, el trabajo de su padre les hacía viajar y permanecer por siete meses en una población y siete meses en otra. Esa manera de vivir tan tempranamente tantos cambios de lugar, no hizo más que despertar en ellos durante los tiempos de su juventud su espíritu aventurero y al cumplir los 20 años de edad ya habían recorrido toda la República Mexicana y estaban listos para conocer los Estados Unidos, país al que entraron ilegalmente y en donde se sostuvieron trabajando como lavaplatos, choferes, meseros, barrenderos, mozos y todo lo que pudieron con tal de recorrer la nación de las barras y las estrellas.

Con la idea de “cruzar el charco”, pretendieron alistarse en el Ejército Americano, pero a su regreso a México, una prima suya les habló sobre las actividades que realizan  los agentes de viajes y con ese gusanito en la mente, se dieron a la tarea de pedir chamba en Wagon Lits Viajes, donde  Nicolae Petra y Alfonso Cortés los recibieron y les proporcionaron la debida capacitación. Era el año de 1957.
Unos siete meses después de entrar a Wagon Lits realizaron su primer viaje transpolar a Escandinavia donde comenzaron a descubrir un mundo totalmente diferente al que conocían hasta entonces. Posteriormente recibieron nombramientos gerenciales para agencias: Ricardo en el Banco Nacional de México y Enrique en el Hotel Hilton, empresas donde por ocho años consecutivos obtuvieron los primeros lugares en ventas.
Cuando estaban trabajando en Wagon y habiendo ya conocido más países, surgió en los hermanos Felgueres la idea de diseñar viajes diferentes, a lugares poco conocidos y fuera de lo común, incluso a sitios donde ningún turista había llegado, como China. Entusiasmados se lo propusieron a sus jefes, pero ellos les dijeron que estaban locos ¿cómo un viaje a China? ¿o al Tibet? ¿recorrer el Amazonas? era algo sencillamente impensable.

Pero ellos no quitaron el dedo del renglón, querían llegar a esos lugares y que otra gente los conociera también, así que tomaron una decisión definitiva: Dejar Wagon Lits y trabajar por su cuenta.  De este modo, después de vender un coche y conseguir un préstamo de 36 mil pesos, el día 13 de marzo de 1965 el señor Enrique Felgueres, junto con su esposa Carmen y su cuñada Oliva, comenzaron a laborar en su propia agencia ayudados por el señor Carlos Ulibarri, quien entró como mensajero. Ricardo, por su parte y a fin de sostener a ambos matrimonios, continuó por un año más prestando sus servicios en Wagon Lits Viajes.
En un principio no tenían IATA, pero compraban los boletos de avión y los vendían a sus clientes sin recibir comisión.
Estos fueron los inicios de la interesante carrera profesional de los hermanos Felgueres ya con su propia agencia ubicada en el dinámico y creciente Paseo de la Reforma, para luego cambiarse a la calle de Londres y más tarde a Florencia hasta que llegaron a la famosa casona de Emilio Castelar en donde estuvieron durante 25 largos y fructíferos años.

Primeramente fue una pequeña agencia minorista que poco a poco fue creciendo, se fue dando el turismo receptivo y se fueron planeando los famosos Viajes Insólitos y Viajes del Año. Trataron sin éxito entrar a China, hasta que una señora del Ministerio los ayudó a lograrlo, ya que China necesitaba del turismo. Escribieron a la Embajada con dicha solicitud y finalmente les aceptaron un viaje de 36 personas con la única condición, impuesta por el gobierno de Pekin, de que los pasajeros fueran todos mexicanos.
Oliva  recuerda que Jacobo Zabludovsky los entrevistó por tan increíble acontecimiento y lo mismo hizo la CIA, ésta última tenía interés en saber cómo habían visto aquel país milenario y lejano debido a que el entonces presidente Nixon tenía agendada una visita por esas tierras. Periódicos de Bruselas y Londres escribieron sobre ese primer viaje a China de los Felgueres en  julio de 1971, diciendo que era extraño ver mexicanos en el Transiberiano. Fue un emocionante viaje de 45 días que comprendió Europa, Escandinavia, Leningrado, Moscú, Bukhara Taschkent, Samarkanda, el cruce del lago Baikal, Irkustk, Siberia, Ulán Bator en Mongolia y el desierto de Gobi hasta llegar a Pekin.
En aquellos años, China era un país de aspecto sucio. Cuando estaban en Ulán Bator, uno de los viajeros encontró un trozo de periódico en su sopa, pero en contraste los niños y la gente no solo ahí, sino en toda China, les abrieron paso y tuvieron una mejor bienvenida de la que tuvo Nixon. Entraban a los teatros y la gente se levantaba de sus asientos para aplaudirles. Fue un viaje muy especial e inolvidable.
Los viajes insólitos y los viajes del año, llevaron el nombre de Felgueres por todo el mundo, no sólo China, Mongolia y Siberia sino también la Antártida, los Mares del Sur, Papua Nueva Guinea y muchos otros remotos lugares donde los Felgueres, como pioneros mexicanos recibieron la llave para su apertura turística. Destinos como Irak, Cambodia y el Tibet no estuvieron en los itinerarios de viaje de ninguna operadora en nuestro país antes de que Enrique y Ricardo pusieran sus pies en esas tierras.
Eso si, el tipo de viajeros que llevaban en sus recorridos, eran gente dispuesta a pasar por ciertas incomodidades con tal de conocer países extraños, pues muchas veces los hospedajes no eran los más confortables, ni los recorridos los más fáciles de realizar, pero en cambio, llegaban a estar en lugares de increíble belleza y costumbres bien diferentes a las nuestras, lo que se dice literalmente, lugares insólitos.

“Nuestra especialidad es precisamente programar viajes a lugares raros como el Amazonas, las Galápagos, los Mares del Sur, la Antártida, lo que salga de lo común… Nuestra finalidad es satisfacer al viajero que busca nuevos horizontes, nuevas emociones, nuevas aventuras, porque al final de cuentas…todos tenemos algo de aventureros”, comentaron los gemelos en una entrevista realizada por TURISTAMPA para nuestra edición del 20 de abril de 1975. En ese misma conversación, nos dijeron que habían ya explorado (porque había que explorar, más que visitar), un total de 135 países alrededor del mundo.
Un año antes, en 1974, no tan solo se gastaron más de 50 millones de pesos en boletos de avión, sino que además, fueron los primeros mexicanos en entrar al Reino Perdido de Sikkim, en la región de los Himalayas, en las fronteras del Tibet. Por esas fechas abrieron también un nuevo mercado: Cuba, a donde llevaban pasajeros cada semana.
Es indiscutible que estos visionarios empresarios del turismo llamados Enrique y Ricardo, hacían un turismo creativo y motivaban a la gente a viajar a lugares diferentes. Algunos de sus pasajeros se apuntaban a sus periplos cada año como si se tratara de una cita ineludible y así pudieron conocer el Amazonas, el Congo, el Nilo y hasta Nueva Guinea para buscar al ave del paraíso o ver a los pigmeos en las Montañas de la Luna en Uganda. Era indescriptible la emoción de sus grupos cuando bordeaban en el barco el Cabo de Hornos y todavía más al sur, cruzaban el Pasaje de Drake, lo que sin duda, constituía la prueba del navegante, porque allí se juntan los océanos Atlántico y Pacífico y el oleaje es tremendo.
Durante sus viajes insólitos, los Felgueres llegaron a estar en Spitsbergen, que es el verdadero techo del mundo en el casquete polar ártico, pero también estuvieron en el lugar más austral del mundo a cuatro mil kilómetros de Ushuaia, en la Tierra del Fuego en los campamentos de los investigadores antárticos, donde se encuentran las temperaturas más bajas del mundo que alcanzan hasta los 88 grados centígrados bajo cero.

Otro de los lugares que disfrutaban visitar es la Micronesia, en el Pacífico Sur, región que fue escenario de cruentas batallas navales durante la Segunda Guerra Mundial.
Para los hermanos Felgueres y sus clientes, no solo era importante conocer lugares, sino tener vivencias extraordinarias sobre obras imponentes de la naturaleza, como el río Nilo, el más grande del mundo; el Amazonas, el más caudaloso del planeta, o el Salto del Ángel, que con su caída de mil metros de altura es el más alto que existe y que se encuentra en el corazón de Canaima.  
En 1990, el Viaje del Año fue organizado, como siempre con mucho esmero, en esa ocasión, con un costo aproximado de 10,000 dólares para 35 a 40 días de excursión partieron de París para ir a recorrer lugares tan hermosos como Brazaville en el Congo, Kinshiaza en Zaire, Virunga, Parque Nacional habitado por los Watusi y los pigmeos, así como Ruanda, el país de los gorilas y otros fascinantes sitios de nombre extraños.

A lo largo de los años, los hermanos Felgueres recibieron diferentes distinciones obtenidas gracias a su trabajo, entre ellas se encuentra la simbólica llave de Londres, entregada en Inglaterra y el reconocimiento especial dado en su día por el licenciado Antonio Enríquez Savignac cuando fue secretario de turismo.

A titulo personal, quiero decir que llegar a la casona de Emilio Castelar y entrevistar a los señores Ricardo y Enrique Felgueres, fue siempre para mi un verdadero placer, pues además de su sencillez y su manera gentil de ser, siempre era interesante escucharlos hablar de los lugares tan maravillosos que habían conocido, tantos destinos remotos e increíbles de los recorridos a donde llevaban a sus pasajeros. Sí, recuerdo con nostalgia ese tiempo.

Por Laura Ibarra
Fotos: Archivo TURISTAMPA
Archivo Felgueres